/ martes 21 de enero de 2020

El Plomo de Ludwing 

Sobre los motivos de la muerte de Beethoven los médicos han especulado mucho. Entre las posibilidades se han barajado que pudo tratarse de un daño directo al nervio auditivo, consecuencia de una ostoesclerosis, una sífilis causante de inflamación crónica, una probable cirrosis o fiebre tifoidea. Otros, que fue víctima del lupus sistémico eritematoso, lo que explicaría una cicatriz del rostro, visible en una de las máscaras que fueron tomadas de Beethoven tras su fallecimiento.

La muestra ha sido un mechón de pelo. Nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770. Un gran músico contemporáneo suyo, injustamente olvidado, fue Ferdinand von Hiller, persona afable y gran amigo de muchos otros músicos.

Según relato de su hijo Paul: “El pelo fue tomado de Beethoven por mi papá… un día después de que Ludwig van Beethoven murió, el 27 de marzo de 1827, en Viena. Mi padre me dio el cabello como regalo de cumpleaños el 1 de mayo de 1883 en Colonia (Alemania)”.

La preciada reliquia también fue conservada cuidadosamente por Paul hasta su muerte, en 1934. Posiblemente permaneció en manos de la familia Hiller, de origen judío hasta su reaparición, en 1943. En esa época, en Dinamarca, en plena la persecución nazi, un médico, el Dr. Kay Alexander, que practicaba la medicina en Gilleleje, un pequeño pueblo danés de pescadores, a 10 millas de distancia de Suecia, ayudaba a escapar a grupos de judíos hacia el país vecino. Uno de los salvados, posiblemente perteneciente a la familia Hiller, como agradecimiento, le entregó la cajita con el mechón de cabello de Beethoven Así lo relató T. W. Larsen, un nieto del Dr. Fremming.

La familia Fremming conservó más de medio siglo el obsequio hasta que, por razones económicas lo puso en venta a través de la casa londinense Sotheby´s. El estuche con el cabello fue adquirido por 3.600 libras.

Enfermedad. Los problemas médicos del compositor se agudizaron al entrar en la treintena; escribía: “Mi oído se ha debilitado los últimos tres años. Mi oído está cada vez peor… Este invierno fue realmente miserable. Tuve graves ataques de cólicos y recaí en mi situación anterior”.

Lo que comenzó con un zumbido de oídos se agudizó y finalizó pronto en sordera total a los 42 años. Pero ésta no era su única preocupación. Los problemas digestivos también se agravaron y, como se resistía a seguir las indicaciones médicas, ingería dosis elevadas de alcohol con intención, según él, de estimular su escaso apetito. Ello derivó en una inflamación intestinal, con frecuentes cólicos y dolores intestinales. Sufría mucho, como indicaba al inicio de su testamento:

“¡Oh! ustedes que piensan o dicen que soy malévolo, obstinado o misántropo, cuán grande es su error. No saben la causa secreta que me hace parecer así ante sus ojos.” En 1802 les escribía a: “Durante los últimos seis años he estado afligido con problemas incurables, agravados por los doctores incompetentes. De año a año se han destrozado mis esperanzas de ser curado...Tengo que vivir como un paria. Tengo un cuerpo tan sensible a que cualquier repentino cambio puede sumergirme desde los mejores espíritus al peor de los humores. Cuando me muera, por lo menos, el mundo y yo estaremos reconciliados”.

Usando 6 cabellos los físicos del Laboratorio Nacional de Luz de Sincrotón de Argonne, Estados Unidos, a partir del año 2000, realizaron una serie de pruebas convencionales y con el acelerador. Los resultados mostraron que el compositor no había recibido morfina o preparados de opio para aliviar su dolor, ni había rastros de mercurio, cuyos compuestos se usaban en la época para combatir la sífilis. Sin embargo, los niveles de plomo (60 ppm) eran unas cien veces superiores a los normales y un envenenamiento severo con sales de plomo era congruente con su sintomatología de calambres, fiebre, abscesos, dolor en los ojos y desarrollo de su sordera.. ¿De dónde provenía el plomo? Pudo haber sido de agua mineral, de la comida, de vino guardado en recipientes forrados con plomo o de botellas de cristal de plomo. Lo cierto es que está bien documentado que Beethoven era un gran bebedor de aguas minerales que podían contener altas concentraciones de plomo.

Sobre los motivos de la muerte de Beethoven los médicos han especulado mucho. Entre las posibilidades se han barajado que pudo tratarse de un daño directo al nervio auditivo, consecuencia de una ostoesclerosis, una sífilis causante de inflamación crónica, una probable cirrosis o fiebre tifoidea. Otros, que fue víctima del lupus sistémico eritematoso, lo que explicaría una cicatriz del rostro, visible en una de las máscaras que fueron tomadas de Beethoven tras su fallecimiento.

La muestra ha sido un mechón de pelo. Nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770. Un gran músico contemporáneo suyo, injustamente olvidado, fue Ferdinand von Hiller, persona afable y gran amigo de muchos otros músicos.

Según relato de su hijo Paul: “El pelo fue tomado de Beethoven por mi papá… un día después de que Ludwig van Beethoven murió, el 27 de marzo de 1827, en Viena. Mi padre me dio el cabello como regalo de cumpleaños el 1 de mayo de 1883 en Colonia (Alemania)”.

La preciada reliquia también fue conservada cuidadosamente por Paul hasta su muerte, en 1934. Posiblemente permaneció en manos de la familia Hiller, de origen judío hasta su reaparición, en 1943. En esa época, en Dinamarca, en plena la persecución nazi, un médico, el Dr. Kay Alexander, que practicaba la medicina en Gilleleje, un pequeño pueblo danés de pescadores, a 10 millas de distancia de Suecia, ayudaba a escapar a grupos de judíos hacia el país vecino. Uno de los salvados, posiblemente perteneciente a la familia Hiller, como agradecimiento, le entregó la cajita con el mechón de cabello de Beethoven Así lo relató T. W. Larsen, un nieto del Dr. Fremming.

La familia Fremming conservó más de medio siglo el obsequio hasta que, por razones económicas lo puso en venta a través de la casa londinense Sotheby´s. El estuche con el cabello fue adquirido por 3.600 libras.

Enfermedad. Los problemas médicos del compositor se agudizaron al entrar en la treintena; escribía: “Mi oído se ha debilitado los últimos tres años. Mi oído está cada vez peor… Este invierno fue realmente miserable. Tuve graves ataques de cólicos y recaí en mi situación anterior”.

Lo que comenzó con un zumbido de oídos se agudizó y finalizó pronto en sordera total a los 42 años. Pero ésta no era su única preocupación. Los problemas digestivos también se agravaron y, como se resistía a seguir las indicaciones médicas, ingería dosis elevadas de alcohol con intención, según él, de estimular su escaso apetito. Ello derivó en una inflamación intestinal, con frecuentes cólicos y dolores intestinales. Sufría mucho, como indicaba al inicio de su testamento:

“¡Oh! ustedes que piensan o dicen que soy malévolo, obstinado o misántropo, cuán grande es su error. No saben la causa secreta que me hace parecer así ante sus ojos.” En 1802 les escribía a: “Durante los últimos seis años he estado afligido con problemas incurables, agravados por los doctores incompetentes. De año a año se han destrozado mis esperanzas de ser curado...Tengo que vivir como un paria. Tengo un cuerpo tan sensible a que cualquier repentino cambio puede sumergirme desde los mejores espíritus al peor de los humores. Cuando me muera, por lo menos, el mundo y yo estaremos reconciliados”.

Usando 6 cabellos los físicos del Laboratorio Nacional de Luz de Sincrotón de Argonne, Estados Unidos, a partir del año 2000, realizaron una serie de pruebas convencionales y con el acelerador. Los resultados mostraron que el compositor no había recibido morfina o preparados de opio para aliviar su dolor, ni había rastros de mercurio, cuyos compuestos se usaban en la época para combatir la sífilis. Sin embargo, los niveles de plomo (60 ppm) eran unas cien veces superiores a los normales y un envenenamiento severo con sales de plomo era congruente con su sintomatología de calambres, fiebre, abscesos, dolor en los ojos y desarrollo de su sordera.. ¿De dónde provenía el plomo? Pudo haber sido de agua mineral, de la comida, de vino guardado en recipientes forrados con plomo o de botellas de cristal de plomo. Lo cierto es que está bien documentado que Beethoven era un gran bebedor de aguas minerales que podían contener altas concentraciones de plomo.