/ jueves 25 de julio de 2019

El papel del dinero en la política moderna

Existe un vicio de fondo en el sistema democrático mundial, mismo que debe ser expuesto y analizado a cabalidad. El sentido último de la democracia, desde su ideal, es que todas las personas que componen un pueblo puedan involucrarse activamente en el ámbito político y acorde a la mayoría de las constituciones de los países; puedan votar y al mismo tiempo ser votados. Eso en palabras suena muy bien, bastante justo, pero en la realidad son otros los supuestos que operan.

Existe la idea generalizada y común que para poder ser candidato para cualquier posición se debe tener el suficiente capital o bien estar cerca de alguien que lo tenga. Esta idea es efectivamente discordante con el principio anteriormente mencionado, porque bajo este nuevo precepto, uno más realista, parece que solamente podrán ser votados aquellos que tengan una holgura financiera suficiente.

La realidad es que hoy sabemos que las candidaturas cuestan, y quien quiera ser candidato debe tener el recurso suficiente para pagar su candidatura o bien un padrino para dicha candidatura. Pero ¿por qué es eso así? La principal causa es que no existe una regulación suficiente para impedir la entrada de recursos extra a los marcados por la ley, ni la capacidad de dar seguimiento a mucho del dinero que entra en campañas y candidaturas. Otra de las razones es que en este mundo de imágenes el dinero puede construir espejismos; existen tantos adinerados que se convierten en filántropos de ocasión o improvisados que defienden intereses particulares. Además hay que mencionar la funesta y pobre participación ciudadana, que no se entera de nada, pues no lee y no es crítica, más de aquellos que se les vende en imágenes, además la deplorable costumbre de pedir dadivas a los políticos y sobre todo la venta del voto.

Esas son algunas de las razones de como el dinero toma un papel preminente en la construcción de candidaturas y representantes populares, pero también con ello se insertan en el sistema personas que van bajo la búsqueda de más dinero para seguir encumbrando su “trayectoria política” o la búsqueda de su propio beneficio. Ahí reside entonces el peor de los vicios de la política. No están en los puestos aquellos que tengan una visión de estado o mejora ciudadana, no, están aquellos que tienen una visión mercante. La política requiere invertir dinero, pero es más el dinero que se puede obtener de ella, ese es el pensamiento inherente.

Es precisamente esa concepción la que no permite que muchos de los proyectos de nación avancen, además a ello hay que sumar las deplorables condiciones de muchos países latinoamericanos, donde no existe educación, trabajo y sistemas de salud adecuados, lo que provoca que la gente quede expuesta a la asistencia social y con ello al clientelismo político.

Para que la democracia verdaderamente funcione es necesario mejorar las condiciones de vida del elector y despojarlos de esa ignorancia implícita que les impide ver las trayectorias de sus políticos, así mismo llevar a los espacios a los mejor preparados para ocupar los puestos, pues de lo contrario seguiremos perdidos en el laberinto del dinero y sus transacciones.

La política debe dejar de ser vista como negocio, pero eso sólo será posible cuando el político deje de ser visto como patrón. La política debe ser la vocación de mejora social. Es prioridad romper con las concepciones económicas que le rodean.

Existe un vicio de fondo en el sistema democrático mundial, mismo que debe ser expuesto y analizado a cabalidad. El sentido último de la democracia, desde su ideal, es que todas las personas que componen un pueblo puedan involucrarse activamente en el ámbito político y acorde a la mayoría de las constituciones de los países; puedan votar y al mismo tiempo ser votados. Eso en palabras suena muy bien, bastante justo, pero en la realidad son otros los supuestos que operan.

Existe la idea generalizada y común que para poder ser candidato para cualquier posición se debe tener el suficiente capital o bien estar cerca de alguien que lo tenga. Esta idea es efectivamente discordante con el principio anteriormente mencionado, porque bajo este nuevo precepto, uno más realista, parece que solamente podrán ser votados aquellos que tengan una holgura financiera suficiente.

La realidad es que hoy sabemos que las candidaturas cuestan, y quien quiera ser candidato debe tener el recurso suficiente para pagar su candidatura o bien un padrino para dicha candidatura. Pero ¿por qué es eso así? La principal causa es que no existe una regulación suficiente para impedir la entrada de recursos extra a los marcados por la ley, ni la capacidad de dar seguimiento a mucho del dinero que entra en campañas y candidaturas. Otra de las razones es que en este mundo de imágenes el dinero puede construir espejismos; existen tantos adinerados que se convierten en filántropos de ocasión o improvisados que defienden intereses particulares. Además hay que mencionar la funesta y pobre participación ciudadana, que no se entera de nada, pues no lee y no es crítica, más de aquellos que se les vende en imágenes, además la deplorable costumbre de pedir dadivas a los políticos y sobre todo la venta del voto.

Esas son algunas de las razones de como el dinero toma un papel preminente en la construcción de candidaturas y representantes populares, pero también con ello se insertan en el sistema personas que van bajo la búsqueda de más dinero para seguir encumbrando su “trayectoria política” o la búsqueda de su propio beneficio. Ahí reside entonces el peor de los vicios de la política. No están en los puestos aquellos que tengan una visión de estado o mejora ciudadana, no, están aquellos que tienen una visión mercante. La política requiere invertir dinero, pero es más el dinero que se puede obtener de ella, ese es el pensamiento inherente.

Es precisamente esa concepción la que no permite que muchos de los proyectos de nación avancen, además a ello hay que sumar las deplorables condiciones de muchos países latinoamericanos, donde no existe educación, trabajo y sistemas de salud adecuados, lo que provoca que la gente quede expuesta a la asistencia social y con ello al clientelismo político.

Para que la democracia verdaderamente funcione es necesario mejorar las condiciones de vida del elector y despojarlos de esa ignorancia implícita que les impide ver las trayectorias de sus políticos, así mismo llevar a los espacios a los mejor preparados para ocupar los puestos, pues de lo contrario seguiremos perdidos en el laberinto del dinero y sus transacciones.

La política debe dejar de ser vista como negocio, pero eso sólo será posible cuando el político deje de ser visto como patrón. La política debe ser la vocación de mejora social. Es prioridad romper con las concepciones económicas que le rodean.