/ miércoles 5 de diciembre de 2018

El inicio de cada nueva etapa empieza en nuestra conciencia

Con la esperanza de que este nuevo gobierno que inicia Andrés Manuel López Obrador sea mucho más que un discurso a favor de “los más necesitados”, los más pobres no son sólo a los que les falta el alimento y vestido y vagan por las calles pidiendo limosna, también hay muchos pobres sentados a la mesa comiendo sus frijolitos con tortillas y con muchas ganas de que sus hijos puedan ir a la escuela.

Cada situación, en cada hogar, es diferente con diferentes necesidades y necesitamos muchas acciones a favor de cada una de las diferentes familias que pueblan nuestro país.

No tenemos que estar en la calle pidiendo limosna para que el gobierno voltee a vernos y nos aviente la ayuda. Los más necesitados somos todos, los que buscamos una mejor calidad de vida que se puede lograr con precios justos en los alimentos, medicamentos y gasolina, con más oportunidades para estudiar, trabajar, ir a la biblioteca, al cine, viajar.

Existen necesidades que ya no deben verse como un lujo, sino como algo digno que merecemos todos, como tener la oportunidad de emprender un negocio, estudiar tener un trabajo digno, en el que podamos a la vez de disfrutarlo, aportar a la sociedad, y no es utopía porque esto existe en otros países y debe existir en el nuestro.

Es verdad y me gusta la parte del discurso del nuevo Presidente, donde cada uno debe poner su esfuerzo haciendo un mejor trabajo y siendo ciudadanos más honestos, responsables, solidarios. Pero también es verdad que nuestros gobiernos deben poner la muestra y ser gobiernos más responsables, honestos, justos trabajadores, esto es recíproco.

El trabajo se hace con las dos partes en justo equilibrio. Cuánto puede lograr una persona que hace su trabajo de la manera más profesional, con puntualidad, destreza, ánimo, amabilidad, que llega a su casa, recicla basura, come frutas y verduras, utiliza bicicleta para contaminar menos y ahorrar gasolina, ayuda a los demás, limpia su mascota.

No va a ganar mucho con este estilo de vida en un país gobernado por corruptos donde es más fácil conseguir un trabajo con una palanca que con tus logros académicos. Donde una promoción en el trabajo, es más resultado del pago de algún insano favor. Donde sólo unos pocos monopolizan los negocios y el dinero para sus fines personales.

Si observamos países con mayor calidad de vida que la de México, por ejemplo Suiza, Islandia, Japón, es común que sus ciudadanos sean buenos ciudadanos y esto les trae retribuciones, esto es posible porque tienen buenos gobiernos. No se sabe si fue primero el huevo o la gallina, pero se sabe que se necesitan y complementan uno al otro.

Existen lugares donde las personas pueden vivir dignamente con su salario, ya sean ingenieros, médicos, plomeros, carpinteros. En México existen abogados que ganan hasta cien veces más que un maestro, mientras en Islandia, el salario de ambos es similar, siendo que los dos son profesionistas que cursaron entre 4 o 5 años de universidad.

Sin menospreciar ningún trabajo, todos nos necesitamos los unos a los otros, pero por ejemplo: en México existen peluqueros que cobran el corte de cabello en 300 pesos, cuando en esa misma calle, está una farmacia similar y un recién egresado de Medicina, ya se le puede llamar un Doctor, está ganando 50 pesos la consulta. Y nos es que quiera que quien corta el cabello gane menos de 50, más bien, el médico de las similares debería ganar mucho más.

Pero en fin, todos tenemos derecho con nuestra profesión, sea cual sea, de poder vivir dignamente. Gobernantes y gobernados pueden mejorar un país si trabajan en equipo, sin egoísmos, soberbias, envidias, avaricias que carcomen y se reflejan en problemas como corrupción.

Es que a veces está uno tan contento y haciendo lo mejor posible en su trabajo cuando de pronto, lo sorprende a uno la mirada envidiosa del compañero de trabajo que le da más gusto verte fracasado y estancado, que progresando y le alegra cuando no te salen bien las cosas.

Sin embargo, también cada vez somos más los que buscamos no perder la esperanza, ese engranaje que nos sostiene y nos da fuerza. El discurso del presidente debe convertirse en una mejor realidad para cada uno, no mañana, ni pasado, pero pronto debemos ver cómo la corrupción disminuye y nuestras oportunidades aumentan. Por lo pronto, conectemos nuestras almas a esta intención.


Con la esperanza de que este nuevo gobierno que inicia Andrés Manuel López Obrador sea mucho más que un discurso a favor de “los más necesitados”, los más pobres no son sólo a los que les falta el alimento y vestido y vagan por las calles pidiendo limosna, también hay muchos pobres sentados a la mesa comiendo sus frijolitos con tortillas y con muchas ganas de que sus hijos puedan ir a la escuela.

Cada situación, en cada hogar, es diferente con diferentes necesidades y necesitamos muchas acciones a favor de cada una de las diferentes familias que pueblan nuestro país.

No tenemos que estar en la calle pidiendo limosna para que el gobierno voltee a vernos y nos aviente la ayuda. Los más necesitados somos todos, los que buscamos una mejor calidad de vida que se puede lograr con precios justos en los alimentos, medicamentos y gasolina, con más oportunidades para estudiar, trabajar, ir a la biblioteca, al cine, viajar.

Existen necesidades que ya no deben verse como un lujo, sino como algo digno que merecemos todos, como tener la oportunidad de emprender un negocio, estudiar tener un trabajo digno, en el que podamos a la vez de disfrutarlo, aportar a la sociedad, y no es utopía porque esto existe en otros países y debe existir en el nuestro.

Es verdad y me gusta la parte del discurso del nuevo Presidente, donde cada uno debe poner su esfuerzo haciendo un mejor trabajo y siendo ciudadanos más honestos, responsables, solidarios. Pero también es verdad que nuestros gobiernos deben poner la muestra y ser gobiernos más responsables, honestos, justos trabajadores, esto es recíproco.

El trabajo se hace con las dos partes en justo equilibrio. Cuánto puede lograr una persona que hace su trabajo de la manera más profesional, con puntualidad, destreza, ánimo, amabilidad, que llega a su casa, recicla basura, come frutas y verduras, utiliza bicicleta para contaminar menos y ahorrar gasolina, ayuda a los demás, limpia su mascota.

No va a ganar mucho con este estilo de vida en un país gobernado por corruptos donde es más fácil conseguir un trabajo con una palanca que con tus logros académicos. Donde una promoción en el trabajo, es más resultado del pago de algún insano favor. Donde sólo unos pocos monopolizan los negocios y el dinero para sus fines personales.

Si observamos países con mayor calidad de vida que la de México, por ejemplo Suiza, Islandia, Japón, es común que sus ciudadanos sean buenos ciudadanos y esto les trae retribuciones, esto es posible porque tienen buenos gobiernos. No se sabe si fue primero el huevo o la gallina, pero se sabe que se necesitan y complementan uno al otro.

Existen lugares donde las personas pueden vivir dignamente con su salario, ya sean ingenieros, médicos, plomeros, carpinteros. En México existen abogados que ganan hasta cien veces más que un maestro, mientras en Islandia, el salario de ambos es similar, siendo que los dos son profesionistas que cursaron entre 4 o 5 años de universidad.

Sin menospreciar ningún trabajo, todos nos necesitamos los unos a los otros, pero por ejemplo: en México existen peluqueros que cobran el corte de cabello en 300 pesos, cuando en esa misma calle, está una farmacia similar y un recién egresado de Medicina, ya se le puede llamar un Doctor, está ganando 50 pesos la consulta. Y nos es que quiera que quien corta el cabello gane menos de 50, más bien, el médico de las similares debería ganar mucho más.

Pero en fin, todos tenemos derecho con nuestra profesión, sea cual sea, de poder vivir dignamente. Gobernantes y gobernados pueden mejorar un país si trabajan en equipo, sin egoísmos, soberbias, envidias, avaricias que carcomen y se reflejan en problemas como corrupción.

Es que a veces está uno tan contento y haciendo lo mejor posible en su trabajo cuando de pronto, lo sorprende a uno la mirada envidiosa del compañero de trabajo que le da más gusto verte fracasado y estancado, que progresando y le alegra cuando no te salen bien las cosas.

Sin embargo, también cada vez somos más los que buscamos no perder la esperanza, ese engranaje que nos sostiene y nos da fuerza. El discurso del presidente debe convertirse en una mejor realidad para cada uno, no mañana, ni pasado, pero pronto debemos ver cómo la corrupción disminuye y nuestras oportunidades aumentan. Por lo pronto, conectemos nuestras almas a esta intención.


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