/ viernes 28 de junio de 2019

El imperialismo judaico

La guerra contra el reino de los cielos o del amor inició desde el nacimiento de Jesús de Nazareth, quien fue el encomendado de tal portento en éste mundo. Tal guerra la inició principalmente la religión judaica ortodoxa y ellos han sido el director oculto de las rebeliones contra la Iglesia de Cristo, así como de las revoluciones masónicas, jacobinas, bolcheviques, comunistas, feministas, religiosas y actualmente homosexualistas y abortistas. Desde ese entonces hasta los tiempos actuales han diezmado enormemente la creencia y el pleno ejercicio de la nueva religión cristiana.

Todo agravio contra lo que consideran sagrado los cristianos, como la familia, la vida, la religión católica, el matrimonio, el desorden social y cultural, así como el bajo nivel evolutivo de los pueblos, fomento a los placeres, rebeldías y todo estilo de vida y religión diferente al catolicismo proviene de la misma fuente. Basta leer el Talmud judío para darnos cuenta del acendrado odio contra la religión cristiana. Desde entonces los religiosos judíos han actuado por medio de todo tipo de operarios y organizaciones ocultas, controladas principalmente por logias y sociedades secretas que han estructurado el anticristianismo a lo largo de los siglos.

Poco a poco han sembrado la disolución de la Santa Iglesia y diseminado el mal, causándole notables divisiones y el actual desprestigio, así como gran diversidad de modelos de cristianos. Paralelamente con sus destructoras herejías y revoluciones pseudo morales, han usado incluso la estratagema de introducir cristianos creptojudios en el clero católico, quienes con apariencia y exterioridad fervorosamente cristiana, tienen la consigna de desquiciarla por dentro y carcomer su médula. Estos falsos cristianos, -judíos en secreto- han actuado siempre en los desacuerdos, cismas y movimientos revolucionarios organizados para dividir y destruir la cristiandad; llegando al grado de escalar casi el papado en el año 1130 con el Cardenal Pierloni, afortunadamente la luz divina logró que ganara Inocencio II.

Durante el milenio de la edad media sus movimientos cismáticos y revolucionarios, fueron completamente aniquilados. Hasta finales del siglo XV los Papas, los concilios y la Iglesia lucharon y vencieron eficazmente. Luego ya no pudieron atacar en forma tan eficaz a tanto judío clandestino introducidos en su seno como fieles, como clérigos y hasta como dignatarios; tornándose cada vez más vigorosos hasta adoptar a fines del siglo XVII el carácter de alud incontenible.

Sus grandes alcances y pretensiones llegaron al siglo XX al extremo de llevar a los católicos al olvido de la gigantesca lucha de varios siglos entre el judaísmo y el cristianismo y ahora cosechan abiertamente lo sembrado. Pugnan en éstos tiempos modernos por aniquilar el orden social existente logrado por la Iglesia de Roma y luego establecer otro nuevo orden mundial benéfico para el judaísmo. Esta catástrofe se cierne amenazadora; han obtenido los mayores progresos deseados en sus planes de dominio mundial, logrando esclavizar bajo la dictadura judeo-masónica-comunista a una tercera parte de la humanidad y los gobiernos se allanan y abren las puertas al triunfo del imperialismo judaico. CONTINUARÁ

La guerra contra el reino de los cielos o del amor inició desde el nacimiento de Jesús de Nazareth, quien fue el encomendado de tal portento en éste mundo. Tal guerra la inició principalmente la religión judaica ortodoxa y ellos han sido el director oculto de las rebeliones contra la Iglesia de Cristo, así como de las revoluciones masónicas, jacobinas, bolcheviques, comunistas, feministas, religiosas y actualmente homosexualistas y abortistas. Desde ese entonces hasta los tiempos actuales han diezmado enormemente la creencia y el pleno ejercicio de la nueva religión cristiana.

Todo agravio contra lo que consideran sagrado los cristianos, como la familia, la vida, la religión católica, el matrimonio, el desorden social y cultural, así como el bajo nivel evolutivo de los pueblos, fomento a los placeres, rebeldías y todo estilo de vida y religión diferente al catolicismo proviene de la misma fuente. Basta leer el Talmud judío para darnos cuenta del acendrado odio contra la religión cristiana. Desde entonces los religiosos judíos han actuado por medio de todo tipo de operarios y organizaciones ocultas, controladas principalmente por logias y sociedades secretas que han estructurado el anticristianismo a lo largo de los siglos.

Poco a poco han sembrado la disolución de la Santa Iglesia y diseminado el mal, causándole notables divisiones y el actual desprestigio, así como gran diversidad de modelos de cristianos. Paralelamente con sus destructoras herejías y revoluciones pseudo morales, han usado incluso la estratagema de introducir cristianos creptojudios en el clero católico, quienes con apariencia y exterioridad fervorosamente cristiana, tienen la consigna de desquiciarla por dentro y carcomer su médula. Estos falsos cristianos, -judíos en secreto- han actuado siempre en los desacuerdos, cismas y movimientos revolucionarios organizados para dividir y destruir la cristiandad; llegando al grado de escalar casi el papado en el año 1130 con el Cardenal Pierloni, afortunadamente la luz divina logró que ganara Inocencio II.

Durante el milenio de la edad media sus movimientos cismáticos y revolucionarios, fueron completamente aniquilados. Hasta finales del siglo XV los Papas, los concilios y la Iglesia lucharon y vencieron eficazmente. Luego ya no pudieron atacar en forma tan eficaz a tanto judío clandestino introducidos en su seno como fieles, como clérigos y hasta como dignatarios; tornándose cada vez más vigorosos hasta adoptar a fines del siglo XVII el carácter de alud incontenible.

Sus grandes alcances y pretensiones llegaron al siglo XX al extremo de llevar a los católicos al olvido de la gigantesca lucha de varios siglos entre el judaísmo y el cristianismo y ahora cosechan abiertamente lo sembrado. Pugnan en éstos tiempos modernos por aniquilar el orden social existente logrado por la Iglesia de Roma y luego establecer otro nuevo orden mundial benéfico para el judaísmo. Esta catástrofe se cierne amenazadora; han obtenido los mayores progresos deseados en sus planes de dominio mundial, logrando esclavizar bajo la dictadura judeo-masónica-comunista a una tercera parte de la humanidad y los gobiernos se allanan y abren las puertas al triunfo del imperialismo judaico. CONTINUARÁ