/ miércoles 24 de octubre de 2018

El Alva y el Edison de Thomas

“Nunca tuve un día de trabajo en mi vida, todo era diversión” es una de las frases del inventor más grande de América, Thomas Alva Edison. Quien en su vida adulta prácticamente registraba un invento cada 15 días, así en su prolífica carrera de inventor logró registrar 1,093 patentes solo en E.U., entre ellas algunas tan importantes que definieron los perfiles tecnológicos del mundo contemporáneo en la industria eléctrica, en el sistema de telefonía, el fonógrafo y las películas.

Sin embargo, su infancia está rodeada de dificultades y limitaciones, como la de muchos niños en el mundo. Se afirma que el padre de Thomas no tenía los recursos suficientes para enviarlo a una escuela formal, por lo que a los 8 años de edad entró por primera vez a una casa que hacía las veces de escuela, después de 3 meses el niño fue regresado en medio de lágrimas a su casa, al calificarlo su maestra de alumno estéril e improductivo, pero su madre lo tomó de la mano y lo llevó de nuevo a la escuela, desde ese momento el niño tomó la decisión de corresponder a la confianza de su madre; a la edad de 9 años ya era un apasionado lector de grandes obras, que despertaron el genio que estaba dentro de él.

Su estancia en la escuela no fue muy prolongada, de lo que sí logró convencerse fue que las matemáticas no eran su mayor virtud. A la edad de 12 años su ambición lo llevó a convencer a su madre, para que le permitiera trabajar como vendedor de periódicos en el tren que iba de Port Huron a Detroit su instinto agudo para los negocios lo motivó, no sólo a vender periódicos en el tren, sino también frutas, dulces y otros productos, lográndolo hacer con mucho éxito.

El tren duraba 6 horas en Detroit antes de regresar, mismo tiempo que Thomas aprovechaba para acudir al salón de lectura de la asociación de jóvenes, para leer cuanto libro se le ponía en frente. Recién había iniciado con su empresa de venta de periódicos, cuando comenzó a tener problemas con su sentido de audición, situación que incluso después le ayudará en su vida profesional, cuando fue empleado como operador de telégrafo. Debido a su problema de audición no confiaba en los acuerdos verbales, por ello todo lo hacía por escrito.

A sus 12 años, pese a su sordera, era un jovencito como cualquier otro, excepto por su energía inagotable y por una audacia que casi siempre superaba cualquier obstáculo. Para entonces ya utilizaba un vagón vacío como laboratorio, lo que daba muestra de tres aspectos importantes que lo definirían toda su vida: La rapidez para beneficiarse con las oportunidades circunstanciales, no darse por vencido y el apasionarse por lograr lo que quería.

La juventud de Thomas fue muy similar a la de los muchachos de su época, lo que lo distinguía de los demás era su enorme dosis de curiosidad, su inevitable inclinación por verificar la certeza de lo que le decía la gente y una gran energía e impertinencia.

Tras acudir diariamente a clases de telegrafía por algún tiempo, recibió su primera oportunidad de trabajo formal como telegrafista, sin embargo su interés no era convertirse en un gran telegrafista, sino el de aprender cómo se aplicaban los principios de electricidad, constantemente estaba en su laboratorio tratando de duplicar lo que veía.

A Thomas le preocupaba muy poco su apariencia personal, el descuido en su forma de vestir era un aspecto secundario, él se sentía feliz cuando se despojaba del saco y la corbata, se enrollaba las mangas de la camisa y se ponía a trabajar en las peores fachas posibles. Sin embargo su interés por leer, por investigar, por comparar, por crear iba permanentemente en aumento, así como su deseo de obtener dinero para financiar sus investigaciones y para colocar sus inventos en el mercado.

Tras una vida llena de inventos, esfuerzo, dedicación y patentes, Thomas Alva Edison muere un 18 de octubre de 1931 a sus 83 años, justo después de registrar su última patente, la No. 1,093. Una de sus aportaciones fue el perfeccionamiento de la bombilla incandescente (foco), de ahí una de sus frases más emblemáticas “No he fallado 1,000 veces, he descubierto 1,000 formas de cómo no hacerlo”.


leon7dg@hotmail.com


“Nunca tuve un día de trabajo en mi vida, todo era diversión” es una de las frases del inventor más grande de América, Thomas Alva Edison. Quien en su vida adulta prácticamente registraba un invento cada 15 días, así en su prolífica carrera de inventor logró registrar 1,093 patentes solo en E.U., entre ellas algunas tan importantes que definieron los perfiles tecnológicos del mundo contemporáneo en la industria eléctrica, en el sistema de telefonía, el fonógrafo y las películas.

Sin embargo, su infancia está rodeada de dificultades y limitaciones, como la de muchos niños en el mundo. Se afirma que el padre de Thomas no tenía los recursos suficientes para enviarlo a una escuela formal, por lo que a los 8 años de edad entró por primera vez a una casa que hacía las veces de escuela, después de 3 meses el niño fue regresado en medio de lágrimas a su casa, al calificarlo su maestra de alumno estéril e improductivo, pero su madre lo tomó de la mano y lo llevó de nuevo a la escuela, desde ese momento el niño tomó la decisión de corresponder a la confianza de su madre; a la edad de 9 años ya era un apasionado lector de grandes obras, que despertaron el genio que estaba dentro de él.

Su estancia en la escuela no fue muy prolongada, de lo que sí logró convencerse fue que las matemáticas no eran su mayor virtud. A la edad de 12 años su ambición lo llevó a convencer a su madre, para que le permitiera trabajar como vendedor de periódicos en el tren que iba de Port Huron a Detroit su instinto agudo para los negocios lo motivó, no sólo a vender periódicos en el tren, sino también frutas, dulces y otros productos, lográndolo hacer con mucho éxito.

El tren duraba 6 horas en Detroit antes de regresar, mismo tiempo que Thomas aprovechaba para acudir al salón de lectura de la asociación de jóvenes, para leer cuanto libro se le ponía en frente. Recién había iniciado con su empresa de venta de periódicos, cuando comenzó a tener problemas con su sentido de audición, situación que incluso después le ayudará en su vida profesional, cuando fue empleado como operador de telégrafo. Debido a su problema de audición no confiaba en los acuerdos verbales, por ello todo lo hacía por escrito.

A sus 12 años, pese a su sordera, era un jovencito como cualquier otro, excepto por su energía inagotable y por una audacia que casi siempre superaba cualquier obstáculo. Para entonces ya utilizaba un vagón vacío como laboratorio, lo que daba muestra de tres aspectos importantes que lo definirían toda su vida: La rapidez para beneficiarse con las oportunidades circunstanciales, no darse por vencido y el apasionarse por lograr lo que quería.

La juventud de Thomas fue muy similar a la de los muchachos de su época, lo que lo distinguía de los demás era su enorme dosis de curiosidad, su inevitable inclinación por verificar la certeza de lo que le decía la gente y una gran energía e impertinencia.

Tras acudir diariamente a clases de telegrafía por algún tiempo, recibió su primera oportunidad de trabajo formal como telegrafista, sin embargo su interés no era convertirse en un gran telegrafista, sino el de aprender cómo se aplicaban los principios de electricidad, constantemente estaba en su laboratorio tratando de duplicar lo que veía.

A Thomas le preocupaba muy poco su apariencia personal, el descuido en su forma de vestir era un aspecto secundario, él se sentía feliz cuando se despojaba del saco y la corbata, se enrollaba las mangas de la camisa y se ponía a trabajar en las peores fachas posibles. Sin embargo su interés por leer, por investigar, por comparar, por crear iba permanentemente en aumento, así como su deseo de obtener dinero para financiar sus investigaciones y para colocar sus inventos en el mercado.

Tras una vida llena de inventos, esfuerzo, dedicación y patentes, Thomas Alva Edison muere un 18 de octubre de 1931 a sus 83 años, justo después de registrar su última patente, la No. 1,093. Una de sus aportaciones fue el perfeccionamiento de la bombilla incandescente (foco), de ahí una de sus frases más emblemáticas “No he fallado 1,000 veces, he descubierto 1,000 formas de cómo no hacerlo”.


leon7dg@hotmail.com