/ sábado 11 de enero de 2020

Edificados y arraigados en Cristo

Sin duda alguna que hemos iniciado un nuevo año lleno de sinsabores. Incendios, inundaciones, terremotos, amenazas de guerra, sucesos extraños, violencia, noticias muy lamentables y mucho más. Una buena pregunta ante todos estos acontecimientos es ¿En base a que estamos construyendo la familia, la sociedad, el mundo mismo? ¿En base a ideologías, filosofías humanistas, intereses económicos de algunos cuantos, la ambición etc.?

Sin duda alguna que es hora de volver nuestros ojos a Dios y comenzar a edificar todo y arraigarnos en Cristo. Dice en Colosenses 2:2-7 ““Por eso , de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en Él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.”

Vivir en Cristo, arraigado y edificado en Él significa morir a uno mismo, a sus deseos, a sus ideas y poner primero las Suyas por encima de las nuestras. ¿Difícil? Mucho. Pero solamente de esta manera podemos darnos cuenta de lo que una relación con Dios significa, y lo que es conocer el amor de Dios.

Además, solo así será posible que nuestra sociedad cambie. No se trata de ver quien tiene la culpa de las desgracias humanas, o de quien empieza primero, o quien lo hace por mí. Se trata de una decisión personal, de actuar un personal. A través de la entrega a Él podemos darnos cuenta del amor tan grande que tiene para nosotros y que sí es posible tener una vida y un mundo mucho mejor.

Vivir arraigado y entregado a Cristo necesita de mucho valor, de mucho coraje y decisión. Estos atributos se juntan para que podamos decir: no puedo yo solo. Busque a Cristo. Apéguese a sus mandamientos. Cambie su vida conforme Él instruye. Perdone. Ame. Comparta. Deje de pensar en usted solamente y entréguese por los demás. Esto es lo que hizo Jesús. Nos amó, nos perdonó, nos enseñó y entregó su vida por nosotros. Hagamos lo mismo. No estudiemos mucha teología, dogmas y credos sin permitir que Cristo realmente reine en nuestras vidas.

No dejemos de trabajar para el Señor por pensar que no tenemos el conocimiento suficiente. Entregue su vida a Él; viva en Él; arráiguese a Él y crezca en Él. Y desde luego, no dejemos de vivir agradecido de todas sus bendiciones.

El texto que leímos también dice: “Arraigados en Cristo”. Como todo jardinero sabe, las plantas dependen de sus raíces para su nutrición y sostenimiento. Pablo dice que debemos de preocuparnos por la tierra espiritual en la que sus raíces están plantadas. Es decir, debemos de estar arraigados a Cristo, cuyos recursos espirituales son literalmente infinitos. Pasen tiempos buenos o malos, siempre se pueden apoyar en sus raíces cuando están firmemente plantadas en Cristo.

Este texto también añade: ““sobreedificados en Cristo”. La palabra que se usa aquí, generalmente se asocia con el trabajo de construcción de un edificio. Pablo nos dice que podemos depender de los fuertes cimientos de Cristo. Cuando somos edificados en Cristo, tenemos una vida, un hogar, una sociedad bien fundamentada y sólida. Vientos contrarios de dolor, violencia etc. pueden soplar, pero no tenemos nada que temer, cimentados en Cristo estamos firmes y seguros.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Casa de Oración Pacto de Paz

Sin duda alguna que hemos iniciado un nuevo año lleno de sinsabores. Incendios, inundaciones, terremotos, amenazas de guerra, sucesos extraños, violencia, noticias muy lamentables y mucho más. Una buena pregunta ante todos estos acontecimientos es ¿En base a que estamos construyendo la familia, la sociedad, el mundo mismo? ¿En base a ideologías, filosofías humanistas, intereses económicos de algunos cuantos, la ambición etc.?

Sin duda alguna que es hora de volver nuestros ojos a Dios y comenzar a edificar todo y arraigarnos en Cristo. Dice en Colosenses 2:2-7 ““Por eso , de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en Él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.”

Vivir en Cristo, arraigado y edificado en Él significa morir a uno mismo, a sus deseos, a sus ideas y poner primero las Suyas por encima de las nuestras. ¿Difícil? Mucho. Pero solamente de esta manera podemos darnos cuenta de lo que una relación con Dios significa, y lo que es conocer el amor de Dios.

Además, solo así será posible que nuestra sociedad cambie. No se trata de ver quien tiene la culpa de las desgracias humanas, o de quien empieza primero, o quien lo hace por mí. Se trata de una decisión personal, de actuar un personal. A través de la entrega a Él podemos darnos cuenta del amor tan grande que tiene para nosotros y que sí es posible tener una vida y un mundo mucho mejor.

Vivir arraigado y entregado a Cristo necesita de mucho valor, de mucho coraje y decisión. Estos atributos se juntan para que podamos decir: no puedo yo solo. Busque a Cristo. Apéguese a sus mandamientos. Cambie su vida conforme Él instruye. Perdone. Ame. Comparta. Deje de pensar en usted solamente y entréguese por los demás. Esto es lo que hizo Jesús. Nos amó, nos perdonó, nos enseñó y entregó su vida por nosotros. Hagamos lo mismo. No estudiemos mucha teología, dogmas y credos sin permitir que Cristo realmente reine en nuestras vidas.

No dejemos de trabajar para el Señor por pensar que no tenemos el conocimiento suficiente. Entregue su vida a Él; viva en Él; arráiguese a Él y crezca en Él. Y desde luego, no dejemos de vivir agradecido de todas sus bendiciones.

El texto que leímos también dice: “Arraigados en Cristo”. Como todo jardinero sabe, las plantas dependen de sus raíces para su nutrición y sostenimiento. Pablo dice que debemos de preocuparnos por la tierra espiritual en la que sus raíces están plantadas. Es decir, debemos de estar arraigados a Cristo, cuyos recursos espirituales son literalmente infinitos. Pasen tiempos buenos o malos, siempre se pueden apoyar en sus raíces cuando están firmemente plantadas en Cristo.

Este texto también añade: ““sobreedificados en Cristo”. La palabra que se usa aquí, generalmente se asocia con el trabajo de construcción de un edificio. Pablo nos dice que podemos depender de los fuertes cimientos de Cristo. Cuando somos edificados en Cristo, tenemos una vida, un hogar, una sociedad bien fundamentada y sólida. Vientos contrarios de dolor, violencia etc. pueden soplar, pero no tenemos nada que temer, cimentados en Cristo estamos firmes y seguros.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Casa de Oración Pacto de Paz