/ martes 18 de agosto de 2020

Doña Bárbara   

Tiempos & Espacios

Bellas flores ha brindado el jardín romántico del Parral, hablamos de sus preciosas e interesantes mujeres adornando el viejo mineral a lo largo de su historia. Quizá una de las más codiciadas ha sido Doña Bárbara de Elorriaga, prominente mujer de negocios a mediados del siglo XVIII.

Se distingue de las demás mujeres que han quedado viudas en este pueblo. Heredó a los 26 años de edad al fallecer su esposo –peninsular- un caudal considerable de bienes. Aunque ella de abolengo, pertenecían a la oligarquía novovizcaína. Pero a pesar del buen partido que representaba, nunca volvió a casarse. Durante su breve matrimonio -4 años- logró criar a tres hijos. Sus bienes fueron en aumento por medio del comercio, de los préstamos particulares, y de la buena administración de sus haciendas heredadas y adquiridas en la provincia de Santa Bárbara. Tejió una amplia red de negocios con personajes importantes de la época.

Su abuelo materno -originario de España- adquirió la hacienda de santa Isabel, en la jurisdicción del valle de san Bartolomé –hoy de Allende-. Residente en “El Parral”, en 1675 puso una tienda frente a la Plaza Mayor de este Real, en el auge del siglo XVII, heredada a su hija María Rosa De Montenegro- la que sería la madre de Ignacia Bárbara- bautizada en la capilla de Felipe Montaño; en el lugar que ocupa la actual Catedral en este pueblo-. Doña Bárbara tuvo 8 hermanos más, de los cuales sólo 4 obtuvieron la mayoría de edad que, para ese entonces, era de 25 años. Las muertes prematuras eran comunes, se enterraba a la cuarta parte de los niños menores de un año; la mitad antes de los 10. Tanto en Europa como en la sociedad novohispana asolaba la muerte debido a epidemias para las cuales aún no había remedio; o se perdía su vida hasta en el mismo parto”.

Doña Bárbara, la viuda de aquél joven rico acaudalado y heredero de la gran parte de la fortuna del “solterón” capitán Juan Blanco, era hábil para las cuentas, la lectura y la escritura, pues así se deduce en los detalles, y rasgos de la firma estilizada de ella, que aparece en varios documentos de Protocolos del Fondo Colonial del Archivo Histórico Municipal de Parral, y de dónde se ha investigado acuciosamente y rescatado gran parte de información por nuestro estimados amigos: Doctora Chantal Cramaussel; C.P Roberto Baca O; C.Rita Soto; C. Celso Carrillo, entre otros.

“Las viudas no se pueden casar, sino hasta tiempo después de haber fallecido su esposo” (sic)

- ¡Cómo han cambiado las cosas! -.

En ese lapso, ellas, deberían observar buena conducta y hacer una vida retirada, so pena de perder las mandas que le había dejado su difunto, e incluso parte de sus bienes ganancias… -Continuará-

Tiempos & Espacios

Bellas flores ha brindado el jardín romántico del Parral, hablamos de sus preciosas e interesantes mujeres adornando el viejo mineral a lo largo de su historia. Quizá una de las más codiciadas ha sido Doña Bárbara de Elorriaga, prominente mujer de negocios a mediados del siglo XVIII.

Se distingue de las demás mujeres que han quedado viudas en este pueblo. Heredó a los 26 años de edad al fallecer su esposo –peninsular- un caudal considerable de bienes. Aunque ella de abolengo, pertenecían a la oligarquía novovizcaína. Pero a pesar del buen partido que representaba, nunca volvió a casarse. Durante su breve matrimonio -4 años- logró criar a tres hijos. Sus bienes fueron en aumento por medio del comercio, de los préstamos particulares, y de la buena administración de sus haciendas heredadas y adquiridas en la provincia de Santa Bárbara. Tejió una amplia red de negocios con personajes importantes de la época.

Su abuelo materno -originario de España- adquirió la hacienda de santa Isabel, en la jurisdicción del valle de san Bartolomé –hoy de Allende-. Residente en “El Parral”, en 1675 puso una tienda frente a la Plaza Mayor de este Real, en el auge del siglo XVII, heredada a su hija María Rosa De Montenegro- la que sería la madre de Ignacia Bárbara- bautizada en la capilla de Felipe Montaño; en el lugar que ocupa la actual Catedral en este pueblo-. Doña Bárbara tuvo 8 hermanos más, de los cuales sólo 4 obtuvieron la mayoría de edad que, para ese entonces, era de 25 años. Las muertes prematuras eran comunes, se enterraba a la cuarta parte de los niños menores de un año; la mitad antes de los 10. Tanto en Europa como en la sociedad novohispana asolaba la muerte debido a epidemias para las cuales aún no había remedio; o se perdía su vida hasta en el mismo parto”.

Doña Bárbara, la viuda de aquél joven rico acaudalado y heredero de la gran parte de la fortuna del “solterón” capitán Juan Blanco, era hábil para las cuentas, la lectura y la escritura, pues así se deduce en los detalles, y rasgos de la firma estilizada de ella, que aparece en varios documentos de Protocolos del Fondo Colonial del Archivo Histórico Municipal de Parral, y de dónde se ha investigado acuciosamente y rescatado gran parte de información por nuestro estimados amigos: Doctora Chantal Cramaussel; C.P Roberto Baca O; C.Rita Soto; C. Celso Carrillo, entre otros.

“Las viudas no se pueden casar, sino hasta tiempo después de haber fallecido su esposo” (sic)

- ¡Cómo han cambiado las cosas! -.

En ese lapso, ellas, deberían observar buena conducta y hacer una vida retirada, so pena de perder las mandas que le había dejado su difunto, e incluso parte de sus bienes ganancias… -Continuará-