/ miércoles 29 de agosto de 2018

Distancia

A usted y a mí nos separan; esos juicios y prejuicios, su silencio, que es mi suplicio, la indiferencia que me martiriza.

Entre usted y yo hay antas afinidades

como estrellas en el universo,

y prefiere vislumbrar mis oscuridades,

que mis resplandecientes haces.

Estamos ahora tan distantes, como Plutón lo está de Marte, estrechar su mano es posible, pero entendernos inconcebible…

La vasta lejanía de sus pensamientos, la amplitud de sus sentimientos se manifiestan en sus parcas respuestas, en el uso de disimuladas muecas.

En el interludio de nuestra melodía han quedado demasiadas pausas, presentándose excesivos huecos; truncando el ritmo, atajando la armonía.

Fuimos puntos convergentes, singular confluencia,

desvanecida y evaporada,

por el desgano y la displicencia.

Se disipa el afecto, cual sol que languidece, cuyo calor y brillo fenece, reposando en el cenit.

Ante tal declive, natural del ocaso, resurge el astro,

cada alborada…

Será que la aventura nos una en un vórtice; o bien la fortuna nos sosiegue en un vado.

Todo es posible, el saldo no se ha calculado y esta distancia indeterminada, espera ser acotada…

Desterrada de su galaxia,

sufriendo los estragos de esa lontananza, ajena a las latitudes, propia de su diatriba; correspondiente a su silencio, me revelo en un verso… ¡Usted tan distante!

A usted y a mí nos separan; esos juicios y prejuicios, su silencio, que es mi suplicio, la indiferencia que me martiriza.

Entre usted y yo hay antas afinidades

como estrellas en el universo,

y prefiere vislumbrar mis oscuridades,

que mis resplandecientes haces.

Estamos ahora tan distantes, como Plutón lo está de Marte, estrechar su mano es posible, pero entendernos inconcebible…

La vasta lejanía de sus pensamientos, la amplitud de sus sentimientos se manifiestan en sus parcas respuestas, en el uso de disimuladas muecas.

En el interludio de nuestra melodía han quedado demasiadas pausas, presentándose excesivos huecos; truncando el ritmo, atajando la armonía.

Fuimos puntos convergentes, singular confluencia,

desvanecida y evaporada,

por el desgano y la displicencia.

Se disipa el afecto, cual sol que languidece, cuyo calor y brillo fenece, reposando en el cenit.

Ante tal declive, natural del ocaso, resurge el astro,

cada alborada…

Será que la aventura nos una en un vórtice; o bien la fortuna nos sosiegue en un vado.

Todo es posible, el saldo no se ha calculado y esta distancia indeterminada, espera ser acotada…

Desterrada de su galaxia,

sufriendo los estragos de esa lontananza, ajena a las latitudes, propia de su diatriba; correspondiente a su silencio, me revelo en un verso… ¡Usted tan distante!