/ viernes 20 de noviembre de 2020

Degustando la vida | Guardemos en nuestra mente y corazón, el recuerdo de quienes ya no están con nosotros

La muerte no se supera, se abraza no en vano dicen que en esta vida todo tiene solución menos la muerte, cuando muere un ser que queremos profundamente sentimos un dolor que nos traspasa el alma y nuestro corazón se rompe en incontables pedacitos de frustración al perder para siempre a aquella persona tan especial. ¿Qué puede doler más?, ¿Saber que jamás podremos volver a verla?, ¿Ese montón de palabras que siempre quisimos decir y no pudimos?, ¿El hecho de que nosotros estemos aquí y ellos no?, ¿Cómo pedirle al alma que no llore por tantas ausencias?-, Quisiéramos estar en paz, sabiendo que quien murió se marchó a un lugar mejor, en donde se encuentra la paz y la armonía que todos buscamos, pero en lugar de pensar así, estamos aquí sufriendo, pensando en el dolor que siente su familia y sus amigos y derramando las lágrimas más amargas que nunca pensamos derramar. ¡Cómo nos gustaría devolver el tiempo y hacer tantas cosas que podrían amilanar la tristeza y pesadez que hay en nuestro corazón!, sabemos que algún día la muerte llegará, sea por el inevitable paso de los años o por los desventurados accidentes y enfermedades que acontecen, pero nunca estamos preparados para vivir sin aquella persona, ello es como si te pidieran que empezaras a morir en vida, que visualizaras lo que desearías que nunca pasara, hay tantos sentimientos encontrados, no nos imaginamos seguir respirando sin la presencia de la otra persona, pero, aunque no queramos, debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades de lo que hicimos o dejamos de hacer, hay algo que es verdad entre tantas palabras que escuchas: la persona que murió no quisiera que sufriéramos a causa de su partida, ese ser nos amaba y el amor no es sufrimiento, ¿Acaso existe alguien que quiera ver sufrir a las personas que ama?, pero somos personas que no pueden evitar ese remolino de tristezas y llanto, la muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta, comenzamos a morir desde que nacemos, sí. Pero también creo que, cuando asumimos conscientemente nuestra propia mortalidad es cuando realmente empezamos a vivir, a disfrutar cada instante, a atesorar los momentos valiosos que día a día nos regala la vida… Dejemos de “preocuparnos” de la muerte y empecemos a ocuparnos de la vida. Quien vive bien, naturalmente sabrá morir bien y sabrá aceptar con gratitud el momento en que el libro de esta vida llegue a su final. Todos tenemos una raya a la cual llegar. No antes ni después. Hay que aprender que la muerte llega cuando quiere: “Ni un segundo antes ni un segundo después.

Desde esta columna queremos enviar nuestras más sentidas condolencias para la familia Carbajal Ribota, por la irreparable pérdida de la Sra. Cuca Ribota Olaves.

Es una pena, pero ahora está en un lugar mejor, es una gran pérdida para nuestra familia.

Steve Sánchez Ribota

La muerte no se supera, se abraza no en vano dicen que en esta vida todo tiene solución menos la muerte, cuando muere un ser que queremos profundamente sentimos un dolor que nos traspasa el alma y nuestro corazón se rompe en incontables pedacitos de frustración al perder para siempre a aquella persona tan especial. ¿Qué puede doler más?, ¿Saber que jamás podremos volver a verla?, ¿Ese montón de palabras que siempre quisimos decir y no pudimos?, ¿El hecho de que nosotros estemos aquí y ellos no?, ¿Cómo pedirle al alma que no llore por tantas ausencias?-, Quisiéramos estar en paz, sabiendo que quien murió se marchó a un lugar mejor, en donde se encuentra la paz y la armonía que todos buscamos, pero en lugar de pensar así, estamos aquí sufriendo, pensando en el dolor que siente su familia y sus amigos y derramando las lágrimas más amargas que nunca pensamos derramar. ¡Cómo nos gustaría devolver el tiempo y hacer tantas cosas que podrían amilanar la tristeza y pesadez que hay en nuestro corazón!, sabemos que algún día la muerte llegará, sea por el inevitable paso de los años o por los desventurados accidentes y enfermedades que acontecen, pero nunca estamos preparados para vivir sin aquella persona, ello es como si te pidieran que empezaras a morir en vida, que visualizaras lo que desearías que nunca pasara, hay tantos sentimientos encontrados, no nos imaginamos seguir respirando sin la presencia de la otra persona, pero, aunque no queramos, debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades de lo que hicimos o dejamos de hacer, hay algo que es verdad entre tantas palabras que escuchas: la persona que murió no quisiera que sufriéramos a causa de su partida, ese ser nos amaba y el amor no es sufrimiento, ¿Acaso existe alguien que quiera ver sufrir a las personas que ama?, pero somos personas que no pueden evitar ese remolino de tristezas y llanto, la muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta, comenzamos a morir desde que nacemos, sí. Pero también creo que, cuando asumimos conscientemente nuestra propia mortalidad es cuando realmente empezamos a vivir, a disfrutar cada instante, a atesorar los momentos valiosos que día a día nos regala la vida… Dejemos de “preocuparnos” de la muerte y empecemos a ocuparnos de la vida. Quien vive bien, naturalmente sabrá morir bien y sabrá aceptar con gratitud el momento en que el libro de esta vida llegue a su final. Todos tenemos una raya a la cual llegar. No antes ni después. Hay que aprender que la muerte llega cuando quiere: “Ni un segundo antes ni un segundo después.

Desde esta columna queremos enviar nuestras más sentidas condolencias para la familia Carbajal Ribota, por la irreparable pérdida de la Sra. Cuca Ribota Olaves.

Es una pena, pero ahora está en un lugar mejor, es una gran pérdida para nuestra familia.

Steve Sánchez Ribota