/ viernes 19 de noviembre de 2021

Degustando la vida | Disfrutemos y aprendamos de los imprevistos de la vida

Solemos hacer planes, quienes tenemos rutinas muy estructuradas vamos más allá: suena el despertador, cumplimos con los quehaceres, comemos, salimos, entramos, trabajamos y casi todo tiene su hora; los muy previsores, hasta planean el descanso para sacarle provecho, por ejemplo, las vacaciones, si viajamos, decidimos el itinerario, las actividades para cada día, etc, lo gracioso es que, al mirar atrás, recordamos más fácilmente lo que se salió de nuestros planes. ¿No te pasa a ti?, recuerdas más el día en el que no escuchaste la alarma para despertar y te tocó salir a la carrera, que cualquiera de los días “normales”, así son las cosas, las “sorpresas” se recuerdan más que lo que sigue el rumbo previsto y no todas ellas son retrasos, cancelaciones o incidentes peores, también hay alegrías inesperadas y sucesos (como los anteriores) que, aunque en su momento fueron un fastidio, después se miran con otros ojos, a pesar de los planes, sorpresas hay y habrá, contemos con ellas sin apresurarnos a juzgarlas porque así como no podemos preverlas, tampoco sabemos en qué acabaran. ¿Te ha pasado alguna vez que de una “sorpresa” aparentemente negativa surgiera una consecuencia positiva?, seguramente y también al contrario, ahí están, entre tus recuerdos, no figuraban en tus planes, pero sucedieron y seguirán surgiendo cuando menos lo esperes lo imprevisto tiene esa enorme capacidad que le acompaña en todo momento: la de sorprendernos, pues si, así es de evidente y así es de real, qué hacer ante cosas imprevistas, en realidad tenemos muchas opciones: quedarnos paralizados, esto suele ser común pues implica un cambio de planes cuando en tu cabeza tenías una ruta de lo que harías en función de lo planeado otra cosa que hacemos y muy seguido es enojarnos, es el recurso más fácil y ampliamente utilizado, el enojo sirve prácticamente para todo: para responder ante imprevistos, para canalizar la frustración, para actuar cuando no sabemos qué hacer. Otro factor que como humanos tenemos es sonreír, ustedes se preguntarán: ¿Sonreír ante algo imprevisto?, además, ¿quién dice que todo lo impredecible es malo?, ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo no planeado?, tal vez sea el momento preciso para salirte de las rutinas y los planes, hacer una maleta y tomar un camino desconocido, por una hora o un día, no importa, lo que vale la pena es hacerlo, creo que buscar una salida creativa, puede ser mejor y más reconfortante. En la actualidad, la velocidad con la que vivimos, la inmediatez, y las prisas, hacen que perdamos de vista lo más importante y sólo actuemos en busca de lo más urgente, que muchas veces son las cosas menos importantes, lo imprevisto en nuestras vidas, es justamente lo que puede hacer que retomemos la capacidad de asombro, y es justamente a través de lo imprevisible que podemos disfrutar inmensamente el estar vivos, pues lo imprevisto nos hará conocer la tristeza y el dolor de un alejamiento o un adiós sin explicación, así como la inmensa alegría de un reencuentro inesperado con el amor; lo imprevisto, nos hará conocedores de nuestra pequeñez ante el universo, pero también nos hará sabedores de las enormes potencialidades que aún tenemos de manera individual y colectiva, organizamos nuestras vidas de cierta manera que nos hace sentir seguros, como si voláramos con piloto automático, hasta que aparecen esos imprevistos que nos sacan de nuestra zona de comodidad, y no nos queda más remedio que desactivar el piloto automático para maniobrar nosotros mismos.

Steve Sánchez Ribota | Profesor

Solemos hacer planes, quienes tenemos rutinas muy estructuradas vamos más allá: suena el despertador, cumplimos con los quehaceres, comemos, salimos, entramos, trabajamos y casi todo tiene su hora; los muy previsores, hasta planean el descanso para sacarle provecho, por ejemplo, las vacaciones, si viajamos, decidimos el itinerario, las actividades para cada día, etc, lo gracioso es que, al mirar atrás, recordamos más fácilmente lo que se salió de nuestros planes. ¿No te pasa a ti?, recuerdas más el día en el que no escuchaste la alarma para despertar y te tocó salir a la carrera, que cualquiera de los días “normales”, así son las cosas, las “sorpresas” se recuerdan más que lo que sigue el rumbo previsto y no todas ellas son retrasos, cancelaciones o incidentes peores, también hay alegrías inesperadas y sucesos (como los anteriores) que, aunque en su momento fueron un fastidio, después se miran con otros ojos, a pesar de los planes, sorpresas hay y habrá, contemos con ellas sin apresurarnos a juzgarlas porque así como no podemos preverlas, tampoco sabemos en qué acabaran. ¿Te ha pasado alguna vez que de una “sorpresa” aparentemente negativa surgiera una consecuencia positiva?, seguramente y también al contrario, ahí están, entre tus recuerdos, no figuraban en tus planes, pero sucedieron y seguirán surgiendo cuando menos lo esperes lo imprevisto tiene esa enorme capacidad que le acompaña en todo momento: la de sorprendernos, pues si, así es de evidente y así es de real, qué hacer ante cosas imprevistas, en realidad tenemos muchas opciones: quedarnos paralizados, esto suele ser común pues implica un cambio de planes cuando en tu cabeza tenías una ruta de lo que harías en función de lo planeado otra cosa que hacemos y muy seguido es enojarnos, es el recurso más fácil y ampliamente utilizado, el enojo sirve prácticamente para todo: para responder ante imprevistos, para canalizar la frustración, para actuar cuando no sabemos qué hacer. Otro factor que como humanos tenemos es sonreír, ustedes se preguntarán: ¿Sonreír ante algo imprevisto?, además, ¿quién dice que todo lo impredecible es malo?, ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo no planeado?, tal vez sea el momento preciso para salirte de las rutinas y los planes, hacer una maleta y tomar un camino desconocido, por una hora o un día, no importa, lo que vale la pena es hacerlo, creo que buscar una salida creativa, puede ser mejor y más reconfortante. En la actualidad, la velocidad con la que vivimos, la inmediatez, y las prisas, hacen que perdamos de vista lo más importante y sólo actuemos en busca de lo más urgente, que muchas veces son las cosas menos importantes, lo imprevisto en nuestras vidas, es justamente lo que puede hacer que retomemos la capacidad de asombro, y es justamente a través de lo imprevisible que podemos disfrutar inmensamente el estar vivos, pues lo imprevisto nos hará conocer la tristeza y el dolor de un alejamiento o un adiós sin explicación, así como la inmensa alegría de un reencuentro inesperado con el amor; lo imprevisto, nos hará conocedores de nuestra pequeñez ante el universo, pero también nos hará sabedores de las enormes potencialidades que aún tenemos de manera individual y colectiva, organizamos nuestras vidas de cierta manera que nos hace sentir seguros, como si voláramos con piloto automático, hasta que aparecen esos imprevistos que nos sacan de nuestra zona de comodidad, y no nos queda más remedio que desactivar el piloto automático para maniobrar nosotros mismos.

Steve Sánchez Ribota | Profesor