/ martes 23 de febrero de 2021

Cuidando nuestra salud | Las virtudes (Parte 2)

Espero hayan tenido la oportunidad de reflexionar sobre la historia que les compartí, la semana pasada, donde queda de manifiesto que el valor de las cosas sobre todo materiales, es muy subjetivo y trivial. Lo importante es valorar lo que las demás personas hacen por uno y lo que nosotros podemos hacer por los demás, esto es lo que verdaderamente trasciende y da pauta para forjar nuestra personalidad, tema que tratamos en ocasiones anteriores, y concluimos que lo que queda de nosotros cuando morimos es nuestra esencia como persona, nuestra personalidad: la integridad, la compasión, lo que hicimos en vida y ahí entra la trascendencia del ser humano.

Dejé para esta segunda parte de este tema, compartir con ustedes, un acontecimiento familiar y personal, ya que la historia, de esta niña que dio todo lo que tenía, como agradecimiento a su hermana, quien había cuidado de ella y sus hermanos, desde el momento en que su madre falleció.

Esta historia me recuerda a mi madre, quien perdió a su mamá cuando tenía 15 años, ella quedo con una hermana mayor y dos hermanos menores una mujer y un hombre y mi abuelo. Su pérdida como en la mayoría de los casos, cambió su vida para siempre y dejó una huella imborrable. Ella se acababa de ir de su ciudad natal para estudiar como normalista, pero al enfermar mi abuela tuvo que regresar, al igual que su hermana mayor para cuidar de su madre y a sus hermanos, su plan de vida cambió drásticamente, lleno de dolor, responsabilidad, miedos y conflictos, pero también de mucho amor. Sufrió, reencontró su sentido y aprendió que cuando una puerta se cierra otra se abre. Claro que le hizo falta su mamá, pero hizo suyo todo lo que ella le brindó (su personalidad) y hoy les puedo decir que es una mujer virtuosa y exitosa, agradecida con la vida por vivir y servir, entregada, puesta y dispuesta siempre a su familia y a los demás.

Cuando recordamos a nuestros seres queridos que ya murieron, recordamos sus cualidades, su disposición y servicio, lo que daban de sí mismos sin preocuparse por su propio perjuicio, y nos enseñaron que cuando el amor es grande ningún sacrificio parece demasiado. Cuando no va atado al egoísmo o en contra del amor, porque el amor es compartir, servir y comprender. Hay que recordar agradecidos por ese amor que nos dieron, por sus vivencias, las tradiciones que nos heredaron y por las memorias que dejaron en cada uno de nosotros, por el regalo de su vida y por el honor de que hayan formado y tocado la nuestra.

Les recuerdo que a esta vida venimos a ser felices, a trascender y dar lo mejor de nosotros mismos, ya que en virtud de lo dejemos en la memoria de los demás, con nuestra conducta, nuestro ejemplo y acciones, de esa manera, será como nos recordaran cuando hayamos partido.

Soy Jessica Cano Gasperín, quedo a sus órdenes en jcanogasperin@gmail.com y en mi página de facebook Tribuna Mujer "Familia, Salud y Belleza", hasta la próxima semana

Espero hayan tenido la oportunidad de reflexionar sobre la historia que les compartí, la semana pasada, donde queda de manifiesto que el valor de las cosas sobre todo materiales, es muy subjetivo y trivial. Lo importante es valorar lo que las demás personas hacen por uno y lo que nosotros podemos hacer por los demás, esto es lo que verdaderamente trasciende y da pauta para forjar nuestra personalidad, tema que tratamos en ocasiones anteriores, y concluimos que lo que queda de nosotros cuando morimos es nuestra esencia como persona, nuestra personalidad: la integridad, la compasión, lo que hicimos en vida y ahí entra la trascendencia del ser humano.

Dejé para esta segunda parte de este tema, compartir con ustedes, un acontecimiento familiar y personal, ya que la historia, de esta niña que dio todo lo que tenía, como agradecimiento a su hermana, quien había cuidado de ella y sus hermanos, desde el momento en que su madre falleció.

Esta historia me recuerda a mi madre, quien perdió a su mamá cuando tenía 15 años, ella quedo con una hermana mayor y dos hermanos menores una mujer y un hombre y mi abuelo. Su pérdida como en la mayoría de los casos, cambió su vida para siempre y dejó una huella imborrable. Ella se acababa de ir de su ciudad natal para estudiar como normalista, pero al enfermar mi abuela tuvo que regresar, al igual que su hermana mayor para cuidar de su madre y a sus hermanos, su plan de vida cambió drásticamente, lleno de dolor, responsabilidad, miedos y conflictos, pero también de mucho amor. Sufrió, reencontró su sentido y aprendió que cuando una puerta se cierra otra se abre. Claro que le hizo falta su mamá, pero hizo suyo todo lo que ella le brindó (su personalidad) y hoy les puedo decir que es una mujer virtuosa y exitosa, agradecida con la vida por vivir y servir, entregada, puesta y dispuesta siempre a su familia y a los demás.

Cuando recordamos a nuestros seres queridos que ya murieron, recordamos sus cualidades, su disposición y servicio, lo que daban de sí mismos sin preocuparse por su propio perjuicio, y nos enseñaron que cuando el amor es grande ningún sacrificio parece demasiado. Cuando no va atado al egoísmo o en contra del amor, porque el amor es compartir, servir y comprender. Hay que recordar agradecidos por ese amor que nos dieron, por sus vivencias, las tradiciones que nos heredaron y por las memorias que dejaron en cada uno de nosotros, por el regalo de su vida y por el honor de que hayan formado y tocado la nuestra.

Les recuerdo que a esta vida venimos a ser felices, a trascender y dar lo mejor de nosotros mismos, ya que en virtud de lo dejemos en la memoria de los demás, con nuestra conducta, nuestro ejemplo y acciones, de esa manera, será como nos recordaran cuando hayamos partido.

Soy Jessica Cano Gasperín, quedo a sus órdenes en jcanogasperin@gmail.com y en mi página de facebook Tribuna Mujer "Familia, Salud y Belleza", hasta la próxima semana