/ martes 6 de abril de 2021

Cuidando nuestra salud | ¿Cómo vivo la adversidad?

La semana pasada nos quedamos con una pregunta con respecto a la parábola de la zanahoria, el huevo y el grano de café.

Recordando un poco al meter estos a una hoya con agua hirviendo, cada uno de los elementos se había enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo, sin embargo, cada uno reaccionó de manera diferente. La zanahoria entró fuerte y dura, pero después de haber sido sometida al agua hirviendo, se suavizo y se hizo débil. El huevo había sido frágil y su delgada costra exterior protegió su líquido interior. Pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se endureció. Sin embargo, los granos de café habían cambiado el agua, su sabor y su aroma.

¿Cuál eres tú? Fue la pregunta que quedo pendiente de responder.

Cuando la adversidad toca tú vida, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? ¿Eres la zanahoria que parece dura, pero con dolor y adversidad se doblega y se vuelve suave, perdiendo su fuerza? ¿Eres como el huevo, con un corazón endurecido después de la prueba de la muerte? Tú cascarón parece el mismo, pero ¿tú eres amargo y duro, con engreído espíritu y corazón? ¿o eres como el grano del café? El grano cambia el agua caliente, lo que trae el dolor, y saca su sabor óptimo, cuando el agua hierve. Cuando el agua es más caliente, el café sabe mejor. Si tú eres como el grano del café, cuando las cosas están en el peor momento, te haces mejor y haces mejores las cosas a tu alrededor.

Este articulo también nos permite ver cómo nos relacionamos y vivimos los problemas y las adversidades en la vida, no solo es en la pérdida por muerte de un ser querido, sino en nuestro vivir cotidiano, ¿en qué y cómo nos vamos convirtiendo con los problemas y las situaciones que nos enojan o entristecen? ¿De qué manera afectamos a los que nos aman, quieren y nos rodean? ¿De qué manera nos afectamos a nosotros mismos? Cuando no estamos dispuestos a ser granos de café, lastimamos y alejamos a los que nos quieren en vida, cuando no aprovechamos las oportunidades que se nos presentan porque estamos tristes o enojados, dejamos de disfrutar la vida. Cuando no somos responsables de nuestras acciones, al no ver el daño que les causan a los que nos rodean, pero solo piensa uno en la satisfacción propia o el momento. Cuando no somos capaces de decir lo siento, perdón o disculpa y hacer como si nada hubiera sucedido o peor aún tener actitudes groseras con los demás. Todo esto mata y cansa en vida, deteriora relaciones y lastima personas, pero en esto no hay vencedores, todos pierden de alguna u otra forma… al final cuando se toman decisiones y acciones se gana paz, congruencia y libertad.

Si queremos ser mejores personas, somos capaces de serlo y podemos conseguirlo si nos dedicamos a construir a partir del recuerdo del trabajo de nuestras manos. La realidad es que nunca estamos solos aunque tengamos que atravesar ciertas situaciones “solos”. Tenemos la fuerza que nos ayudará. Las manos de nuestros seres queridos muertos y vivos son como un fuerte abrazo al pasado, que tienen que inspirarnos a construir nuevas experiencias y melodías, porque ellos forman parte de nuestra vida y lo harán por siempre.

Soy Jessica Cano Gasperín, me puedes contactar en mi página de Facebook, Tribuna Mujer.

La semana pasada nos quedamos con una pregunta con respecto a la parábola de la zanahoria, el huevo y el grano de café.

Recordando un poco al meter estos a una hoya con agua hirviendo, cada uno de los elementos se había enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo, sin embargo, cada uno reaccionó de manera diferente. La zanahoria entró fuerte y dura, pero después de haber sido sometida al agua hirviendo, se suavizo y se hizo débil. El huevo había sido frágil y su delgada costra exterior protegió su líquido interior. Pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se endureció. Sin embargo, los granos de café habían cambiado el agua, su sabor y su aroma.

¿Cuál eres tú? Fue la pregunta que quedo pendiente de responder.

Cuando la adversidad toca tú vida, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? ¿Eres la zanahoria que parece dura, pero con dolor y adversidad se doblega y se vuelve suave, perdiendo su fuerza? ¿Eres como el huevo, con un corazón endurecido después de la prueba de la muerte? Tú cascarón parece el mismo, pero ¿tú eres amargo y duro, con engreído espíritu y corazón? ¿o eres como el grano del café? El grano cambia el agua caliente, lo que trae el dolor, y saca su sabor óptimo, cuando el agua hierve. Cuando el agua es más caliente, el café sabe mejor. Si tú eres como el grano del café, cuando las cosas están en el peor momento, te haces mejor y haces mejores las cosas a tu alrededor.

Este articulo también nos permite ver cómo nos relacionamos y vivimos los problemas y las adversidades en la vida, no solo es en la pérdida por muerte de un ser querido, sino en nuestro vivir cotidiano, ¿en qué y cómo nos vamos convirtiendo con los problemas y las situaciones que nos enojan o entristecen? ¿De qué manera afectamos a los que nos aman, quieren y nos rodean? ¿De qué manera nos afectamos a nosotros mismos? Cuando no estamos dispuestos a ser granos de café, lastimamos y alejamos a los que nos quieren en vida, cuando no aprovechamos las oportunidades que se nos presentan porque estamos tristes o enojados, dejamos de disfrutar la vida. Cuando no somos responsables de nuestras acciones, al no ver el daño que les causan a los que nos rodean, pero solo piensa uno en la satisfacción propia o el momento. Cuando no somos capaces de decir lo siento, perdón o disculpa y hacer como si nada hubiera sucedido o peor aún tener actitudes groseras con los demás. Todo esto mata y cansa en vida, deteriora relaciones y lastima personas, pero en esto no hay vencedores, todos pierden de alguna u otra forma… al final cuando se toman decisiones y acciones se gana paz, congruencia y libertad.

Si queremos ser mejores personas, somos capaces de serlo y podemos conseguirlo si nos dedicamos a construir a partir del recuerdo del trabajo de nuestras manos. La realidad es que nunca estamos solos aunque tengamos que atravesar ciertas situaciones “solos”. Tenemos la fuerza que nos ayudará. Las manos de nuestros seres queridos muertos y vivos son como un fuerte abrazo al pasado, que tienen que inspirarnos a construir nuevas experiencias y melodías, porque ellos forman parte de nuestra vida y lo harán por siempre.

Soy Jessica Cano Gasperín, me puedes contactar en mi página de Facebook, Tribuna Mujer.