/ jueves 31 de enero de 2019

Crónica de la muerte de una obra de arte

Es alrededor de las 7:10 AM, el día 30 de Enero del 2019, el sol está en lo alto y su luz llega a cada uno de los recovecos de la ciudad de Hidalgo del Parral, bajo el brillo del intenso astro se revela un crimen atroz e impúdico. El retrato del general Francisco Villa ha sido ejecutada entre cubetazos de pintura roja, y la pinta de un falo que intenta poseer sexualmente de manera figurada y abstracta la fuerza de la impresión de uno de los generales más valientes y aguerridos que ha observado la historia de nuestro pueblo, he ahí el cuerpo del crimen.

Son las 8:00 AM, y los rastros de lo ahí sucedido han sido aniquilados entre pintura blanca y una maniobra sigilosa y veloz. Nada queda de lo que ahí sucedió. De manera disimulada y a veces indiscreta, la gente se pregunta por el impactante evento, muchas conjeturas vienen a su pensamiento “¿Por qué no se restauró la pintura?” “¿Cómo fue la reacción tan rápida y por qué desaparecer de inmediato la obra?” “¿Por qué alguien dañaría sólo la pintura y no otros elementos del entorno?” ¿Realmente un vándalo arrojaría pintura roja y no solo realizaría su rayón apresurado, como de costumbre?” “¿Qué motiva a alguien a hacer algo tal a un regalo de una persona con buena fe?” Lo que nadie sospechaba es que esa muerte estaba ya anunciada. Durante el año 2018 el artista, Joel Santacruz, de manera desinteresada, propuso la creación de un retrato del general Francisco Villa, acompañado de la frase emblemática; “Parral me gusta hasta pa´morirme”. Irónicamente, no sabía que su obra tenía ya fechada su propia muerte. Así, sin ningún tipo de apoyo de las autoridades el artista, de manera decidida y con la asistencia de sus amigos realizó la propuesta de plasmar a uno de los personajes que mantienen con vida a la ciudad de Hidalgo del Parral. Fueron meses y días de mucho trabajo y pasión. Ya el día 19 de enero, daba el artista los últimos toques a aquella obra que había costado horas de sudor y mucha paciencia. Sin apoyo ni reconocimiento, era sólo su corazón y la profunda convicción lo que lo mantenía constante y sin retrasos. Llegado el día 20 de enero, la obra había sido concluida y estaba lista para su anuncio, sin mucho reconocimiento ni agasajo fue presentada ante la sociedad. Corría el día 23, cuando Joel recibió un mensaje de la titular de Turismo, quien textualmente le decía: “hola Joel se podrá quitar la firma” solicitud impúdica que sin duda dañaría el ego de cualquiera, cuanto y más cuando uno ve su trabajo como pasión más que pábulo. Lo que Joel no sospechó, es que en ese momento se había pactado la muerte de su trabajo. Sin pensarlo el autor hizo el anuncio público de tan ingrata solicitud. Lo que generó el resentimiento de las autoridades en turno, sobre todo de quien nunca está, ni siquiera para mostrar gesto de gratitud a quien trabajó sin cobrar para generar patrimonio cultural. A partir de ese momento, una polémica continua se hizo presente por la falta de pericia en el manejo del asunto y de las relaciones públicas. Todo esto devino en la muerte de una obra de arte, salpicada de manera ignominiosa desapareció sin más en una operación sigilosa. Muchas dudas quedan, aunque sólo de manera política, en el fondo todos sabemos qué fue lo que ahí sucedió. Con esa muerte pusimos en duda muchas cosas, sobre todo merecer ser la Capital Cultural del Estado y esto sólo por la necia acción de uno.

Es alrededor de las 7:10 AM, el día 30 de Enero del 2019, el sol está en lo alto y su luz llega a cada uno de los recovecos de la ciudad de Hidalgo del Parral, bajo el brillo del intenso astro se revela un crimen atroz e impúdico. El retrato del general Francisco Villa ha sido ejecutada entre cubetazos de pintura roja, y la pinta de un falo que intenta poseer sexualmente de manera figurada y abstracta la fuerza de la impresión de uno de los generales más valientes y aguerridos que ha observado la historia de nuestro pueblo, he ahí el cuerpo del crimen.

Son las 8:00 AM, y los rastros de lo ahí sucedido han sido aniquilados entre pintura blanca y una maniobra sigilosa y veloz. Nada queda de lo que ahí sucedió. De manera disimulada y a veces indiscreta, la gente se pregunta por el impactante evento, muchas conjeturas vienen a su pensamiento “¿Por qué no se restauró la pintura?” “¿Cómo fue la reacción tan rápida y por qué desaparecer de inmediato la obra?” “¿Por qué alguien dañaría sólo la pintura y no otros elementos del entorno?” ¿Realmente un vándalo arrojaría pintura roja y no solo realizaría su rayón apresurado, como de costumbre?” “¿Qué motiva a alguien a hacer algo tal a un regalo de una persona con buena fe?” Lo que nadie sospechaba es que esa muerte estaba ya anunciada. Durante el año 2018 el artista, Joel Santacruz, de manera desinteresada, propuso la creación de un retrato del general Francisco Villa, acompañado de la frase emblemática; “Parral me gusta hasta pa´morirme”. Irónicamente, no sabía que su obra tenía ya fechada su propia muerte. Así, sin ningún tipo de apoyo de las autoridades el artista, de manera decidida y con la asistencia de sus amigos realizó la propuesta de plasmar a uno de los personajes que mantienen con vida a la ciudad de Hidalgo del Parral. Fueron meses y días de mucho trabajo y pasión. Ya el día 19 de enero, daba el artista los últimos toques a aquella obra que había costado horas de sudor y mucha paciencia. Sin apoyo ni reconocimiento, era sólo su corazón y la profunda convicción lo que lo mantenía constante y sin retrasos. Llegado el día 20 de enero, la obra había sido concluida y estaba lista para su anuncio, sin mucho reconocimiento ni agasajo fue presentada ante la sociedad. Corría el día 23, cuando Joel recibió un mensaje de la titular de Turismo, quien textualmente le decía: “hola Joel se podrá quitar la firma” solicitud impúdica que sin duda dañaría el ego de cualquiera, cuanto y más cuando uno ve su trabajo como pasión más que pábulo. Lo que Joel no sospechó, es que en ese momento se había pactado la muerte de su trabajo. Sin pensarlo el autor hizo el anuncio público de tan ingrata solicitud. Lo que generó el resentimiento de las autoridades en turno, sobre todo de quien nunca está, ni siquiera para mostrar gesto de gratitud a quien trabajó sin cobrar para generar patrimonio cultural. A partir de ese momento, una polémica continua se hizo presente por la falta de pericia en el manejo del asunto y de las relaciones públicas. Todo esto devino en la muerte de una obra de arte, salpicada de manera ignominiosa desapareció sin más en una operación sigilosa. Muchas dudas quedan, aunque sólo de manera política, en el fondo todos sabemos qué fue lo que ahí sucedió. Con esa muerte pusimos en duda muchas cosas, sobre todo merecer ser la Capital Cultural del Estado y esto sólo por la necia acción de uno.