/ martes 24 de marzo de 2020

Cosa Nostra Méx

"Según la prestigiada productora neoyorquina de series televisivas, el presidente de Mèxico 1932-1934 Abelardo L. Rodríguez fue socio y aliado de la mafia norteamericana que dirigían Lucky Luciano, Al Capone y Meyer Lansky. Este grupo mafioso —y esto sí es un dato duro— estableció a finales de los años 20 un enorme casino y hotel en Tijuana llamado Agua Caliente.

Este lujoso sitio, de diversión de alto impacto, atendía a los opulentos californianos de los fabulosos 20. Los visitantes del Caliente incluían a directores, actores y actrices del desenfadado mundo del Hollywood show business; y, desde luego, a los numerosos nuevos ricos norteamericanos del petróleo, la industria y las finanzas que buscaban salir del agobiante mundo puritano norteamericano de la época de la prohibición, para tener acceso al alcohol, sexo, juego y drogas en un lujoso recinto seguro, ubicado a escasos metros de la frontera.

Rodríguez, entonces gobernador de Baja California, era destacado miembro de la facción revolucionaria sonorense triunfante, dirigida entonces por el general Plutarco Elías Calles, jefe máximo y soterrado dictador del país durante diez años (24-34).

Abelardo con la autorización y quizá complicidad de Plutarco Elías Calles, trajo a Baja California a los temibles mafiosos norteamericanos a instalar sus negocios de juego y prostitución. De esta manera, durante los años de 1928 a 1934 el Caliente de Tijuana vivió sus años de mayor esplendor.

Las primeras incursiones de la mafia en Latinoamérica sucedieron, cuando se promulgó en Estados Unidos la Ley Volstead, conocida como la Ley Seca. Al Capone y Frank Nitti viajaron a la frontera de México para establecer destilerías y tráfico de licores en ciudades de Baja California como Tijuana y Mexicali. El hombre con quien debían negociar era Abelardo . En 1946, en el Hotel Nacional de Cuba de La Habana, se reunieron los hombres más importantes de la mafia de Estados Unidos. En una fiesta animada por Frank Sinatra y rodeados de estrellas de Hollywood, los hombres más importantes de la Cosa Nostra decidieron que Latinoamérica sería el nuevo territorio para desplegar su poder. Esa cumbre cambió para siempre la historia del crimen organizado en el continente.

A medida que el comercio de alcohol y juegos aumentaba, Abelardo Rodríguez ganó poder. En poco tiempo, de 20 cantinas pasaron a 95. En una trama de traiciones, fiestas lujuriosas, tiroteos y aumento de poder, Rodríguez se enriqueció.

En una rápida carrera política y de la mano de su amigo Plutarco, pasó a ser gobernador de Baja California y luego presidente sustituto de México. El poder, sin embargo, no duraría para siempre. Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, Yugoslavia, Turquía y varias regiones de Medio Oriente cerraron su manufactura de drogas. Esto ocasionó el corte de la ruta del tráfico de drogas hacia Estados Unidos, por lo cual el crimen organizado debería restablecer su red de tráfico en México.

Reclutado como parte de la banda de Lucky Luciano, fue el temerario Bugsy Siegel quien decidió cruzar la frontera para montar un centro de operaciones en Tijuana, asegurando que el futuro del narcotráfico residiría en Latinoamérica. Negocios, intrigas y poder fueron cimentado la figura ascendente de Bugsy, quien pese a los problemas ocasionados por su alta exposición, fue el encargado de construir el primer hotel de juego en Las Vegas."

"Según la prestigiada productora neoyorquina de series televisivas, el presidente de Mèxico 1932-1934 Abelardo L. Rodríguez fue socio y aliado de la mafia norteamericana que dirigían Lucky Luciano, Al Capone y Meyer Lansky. Este grupo mafioso —y esto sí es un dato duro— estableció a finales de los años 20 un enorme casino y hotel en Tijuana llamado Agua Caliente.

Este lujoso sitio, de diversión de alto impacto, atendía a los opulentos californianos de los fabulosos 20. Los visitantes del Caliente incluían a directores, actores y actrices del desenfadado mundo del Hollywood show business; y, desde luego, a los numerosos nuevos ricos norteamericanos del petróleo, la industria y las finanzas que buscaban salir del agobiante mundo puritano norteamericano de la época de la prohibición, para tener acceso al alcohol, sexo, juego y drogas en un lujoso recinto seguro, ubicado a escasos metros de la frontera.

Rodríguez, entonces gobernador de Baja California, era destacado miembro de la facción revolucionaria sonorense triunfante, dirigida entonces por el general Plutarco Elías Calles, jefe máximo y soterrado dictador del país durante diez años (24-34).

Abelardo con la autorización y quizá complicidad de Plutarco Elías Calles, trajo a Baja California a los temibles mafiosos norteamericanos a instalar sus negocios de juego y prostitución. De esta manera, durante los años de 1928 a 1934 el Caliente de Tijuana vivió sus años de mayor esplendor.

Las primeras incursiones de la mafia en Latinoamérica sucedieron, cuando se promulgó en Estados Unidos la Ley Volstead, conocida como la Ley Seca. Al Capone y Frank Nitti viajaron a la frontera de México para establecer destilerías y tráfico de licores en ciudades de Baja California como Tijuana y Mexicali. El hombre con quien debían negociar era Abelardo . En 1946, en el Hotel Nacional de Cuba de La Habana, se reunieron los hombres más importantes de la mafia de Estados Unidos. En una fiesta animada por Frank Sinatra y rodeados de estrellas de Hollywood, los hombres más importantes de la Cosa Nostra decidieron que Latinoamérica sería el nuevo territorio para desplegar su poder. Esa cumbre cambió para siempre la historia del crimen organizado en el continente.

A medida que el comercio de alcohol y juegos aumentaba, Abelardo Rodríguez ganó poder. En poco tiempo, de 20 cantinas pasaron a 95. En una trama de traiciones, fiestas lujuriosas, tiroteos y aumento de poder, Rodríguez se enriqueció.

En una rápida carrera política y de la mano de su amigo Plutarco, pasó a ser gobernador de Baja California y luego presidente sustituto de México. El poder, sin embargo, no duraría para siempre. Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, Yugoslavia, Turquía y varias regiones de Medio Oriente cerraron su manufactura de drogas. Esto ocasionó el corte de la ruta del tráfico de drogas hacia Estados Unidos, por lo cual el crimen organizado debería restablecer su red de tráfico en México.

Reclutado como parte de la banda de Lucky Luciano, fue el temerario Bugsy Siegel quien decidió cruzar la frontera para montar un centro de operaciones en Tijuana, asegurando que el futuro del narcotráfico residiría en Latinoamérica. Negocios, intrigas y poder fueron cimentado la figura ascendente de Bugsy, quien pese a los problemas ocasionados por su alta exposición, fue el encargado de construir el primer hotel de juego en Las Vegas."