/ sábado 30 de octubre de 2021

Construyendo con Mortero | El Velo


…Hace ya muchos años hijo, como usted era yo muy joven. Bien recuerdo a mi compadre, tu abuelo José María… Éramos inseparables amigos, no había feria o jaripeo en los pueblos donde no anduviéramos, teníamos bien ganada fama de jinetes. Así también de enamorados con las mujeres de la región…, y pa’ lo que saltara en “el camino” pues.

Una noche en la cantina del pueblo de “San Mateo” ya muy de madrugada un extraño anciano forastero nos dijo:-Si son tan bragados, ¿Por qué no van a las fiestas del mineral del “Real de Todos los Santos”?... les aseguro que jamás olvidaran la visita a aquel lugar.

Era ese pueblo según platicaban los viejos, un lugar lleno antiguas de leyendas de riquezas y misterio, a muchas leguas de camino al otro lado de la inexpugnable serranía de la “Quebrada”

Pensando lo que nos había contado aquel forastero y con el “orgullo picado”, tu abuelo José María y yo decidimos ir realmente a las según se decían las leyendas, fastuosas fiestas patronales de aquel lejano y viejo mineral “De todos los Santos” en Noviembre.

Los últimos rayos del sol comenzaban a ocultarse tras las montañas cuando divisamos a lo lejos aquel mineral.- Ese debe ser el pueblo, mira la cúpula de oro de la iglesia-Le dije asombrado a mi compadre. El frio empezaba a calar fuerte por lo que José María dijo:-Tomate un trago de tequila, y espoliemos los caballos Vidal pa’ acabar de llegar…- Acercándonos al pueblo, el murmullo de la gente en la feria empezaba a oírse más fuerte. Al fin llegamos a las primeras calles del pueblo y lo que nos habían contado sobre la riqueza del mineral era poco para lo que estábamos viendo en las calles: Mujeres luciendo finas joyas y vestidos, hombres vestidos de charro con botonaduras de oro y plata, muchas casonas muy lujosas… La gente del pueblo gastando dinero a manos llenas.

-Vamos a la cantina en la plaza- Le dije a José María. En eso, al voltear hacia un escondido rincón junto a la iglesia la vi…Ahí estaba sola aquella extraña pálida, pero bella mujer, vestida de negro y mirándome fijamente a través de un obscuro velo con una enigmática sonrisa en el rostro que apenas percibí. Sin pensarlo, me dirigí a ella. - Buenas noches señorita, ¿espera usted a alguien?- Le dije con la mirada puesta en ella. –A usted- Me respondió,-Desde hace mucho tiempo que le espero a usted-me repitió con una baja y pausada voz. Empezando a caminar hacia una obscura callejuela. La seguí entonces en mi caballo, el cual note inquieto a medida que caminábamos tras de aquella extraña elegante mujer la cual de pronto se paró frente a la enorme verja de una antigua lujosa casona, diciéndome- Soy Rosario Montero, mucho gusto- Antes de presentarme yo, ella entro a la casa, dejando tirado en el suelo su velo, entonces rápido baje el caballo lo recogí tocando la puerta de la casona tras la verja, para devolvérselo .Ella abrió y…pase la noche con aquella hermosa mujer, que aún hoy no puedo olvidar.

Fue tu abuelo José María, quien al amanecer me encontró tirado en el viejo panteón de aquel hacía ya muchos años abandonado pueblo, con aquel velo en la mano que aun tenia fresco el aroma de aquella bella mujer, junto a una antigua tumba en la que apenas se podía leer el nombre de quien desde hacía muchísimo tiempo ahí descansaba: Rosario Montero.

De quien la leyenda decía había sido la hija de un rico minero de ese pueblo de “Todos los Santos” misma que según contaban, se había suicidado al no volver su prometido para casarse con ella; Enterrándola con un obscuro velo en el rostro como aseguraban.


Por: Francisco Alvidrez P. | Trabajador de la Construcción



…Hace ya muchos años hijo, como usted era yo muy joven. Bien recuerdo a mi compadre, tu abuelo José María… Éramos inseparables amigos, no había feria o jaripeo en los pueblos donde no anduviéramos, teníamos bien ganada fama de jinetes. Así también de enamorados con las mujeres de la región…, y pa’ lo que saltara en “el camino” pues.

Una noche en la cantina del pueblo de “San Mateo” ya muy de madrugada un extraño anciano forastero nos dijo:-Si son tan bragados, ¿Por qué no van a las fiestas del mineral del “Real de Todos los Santos”?... les aseguro que jamás olvidaran la visita a aquel lugar.

Era ese pueblo según platicaban los viejos, un lugar lleno antiguas de leyendas de riquezas y misterio, a muchas leguas de camino al otro lado de la inexpugnable serranía de la “Quebrada”

Pensando lo que nos había contado aquel forastero y con el “orgullo picado”, tu abuelo José María y yo decidimos ir realmente a las según se decían las leyendas, fastuosas fiestas patronales de aquel lejano y viejo mineral “De todos los Santos” en Noviembre.

Los últimos rayos del sol comenzaban a ocultarse tras las montañas cuando divisamos a lo lejos aquel mineral.- Ese debe ser el pueblo, mira la cúpula de oro de la iglesia-Le dije asombrado a mi compadre. El frio empezaba a calar fuerte por lo que José María dijo:-Tomate un trago de tequila, y espoliemos los caballos Vidal pa’ acabar de llegar…- Acercándonos al pueblo, el murmullo de la gente en la feria empezaba a oírse más fuerte. Al fin llegamos a las primeras calles del pueblo y lo que nos habían contado sobre la riqueza del mineral era poco para lo que estábamos viendo en las calles: Mujeres luciendo finas joyas y vestidos, hombres vestidos de charro con botonaduras de oro y plata, muchas casonas muy lujosas… La gente del pueblo gastando dinero a manos llenas.

-Vamos a la cantina en la plaza- Le dije a José María. En eso, al voltear hacia un escondido rincón junto a la iglesia la vi…Ahí estaba sola aquella extraña pálida, pero bella mujer, vestida de negro y mirándome fijamente a través de un obscuro velo con una enigmática sonrisa en el rostro que apenas percibí. Sin pensarlo, me dirigí a ella. - Buenas noches señorita, ¿espera usted a alguien?- Le dije con la mirada puesta en ella. –A usted- Me respondió,-Desde hace mucho tiempo que le espero a usted-me repitió con una baja y pausada voz. Empezando a caminar hacia una obscura callejuela. La seguí entonces en mi caballo, el cual note inquieto a medida que caminábamos tras de aquella extraña elegante mujer la cual de pronto se paró frente a la enorme verja de una antigua lujosa casona, diciéndome- Soy Rosario Montero, mucho gusto- Antes de presentarme yo, ella entro a la casa, dejando tirado en el suelo su velo, entonces rápido baje el caballo lo recogí tocando la puerta de la casona tras la verja, para devolvérselo .Ella abrió y…pase la noche con aquella hermosa mujer, que aún hoy no puedo olvidar.

Fue tu abuelo José María, quien al amanecer me encontró tirado en el viejo panteón de aquel hacía ya muchos años abandonado pueblo, con aquel velo en la mano que aun tenia fresco el aroma de aquella bella mujer, junto a una antigua tumba en la que apenas se podía leer el nombre de quien desde hacía muchísimo tiempo ahí descansaba: Rosario Montero.

De quien la leyenda decía había sido la hija de un rico minero de ese pueblo de “Todos los Santos” misma que según contaban, se había suicidado al no volver su prometido para casarse con ella; Enterrándola con un obscuro velo en el rostro como aseguraban.


Por: Francisco Alvidrez P. | Trabajador de la Construcción