/ domingo 2 de agosto de 2020

Confía y espera en Dios

Es fácil creer y confiar en Dios cuando todo está bien. Cuando estamos sanos, la familia está bien, el trabajo y el sustento están seguros y la vida transcurre en bonanza. Pero cuando llegan esos tiempos malos, el dolor, la angustia y el temor nos invaden, y parece que por más que oramos no encontramos respuesta, y pareciera que Dios además de guardar silencio, también ha desaparecido, y en esos momentos nos podemos sentir solos y abandonados, hasta por Dios. Es entonces que entra la duda, porque nos cuesta creer que algo bueno puede salir de toda esta situación. En esos momentos es fácil olvidarnos que Dios tiene sus tiempos, que pueden ser muy diferentes a los nuestros, y que tiene propósitos Soberanos en todo lo que acontece, pues Él no permite que pase nada sin que tenga un propósito. Al igual que uno de los ladrones que estaba crucificado al lado de Jesús, que incrédulo le dice: “Si tú eres el Cristo”…., como diciendo: ¡Demuestra si es cierto! En nuestra desesperación, tendemos a exigirle al Señor que nos demuestre que es Dios, diciéndole: Señor, si tú tienes el poder para ayudarme, entonces, hazlo. A nosotros nos cuesta creer cuando todo se ve perdido, pero debiéramos tener la humildad y la Fe que tuvo el otro ladrón crucificado que le pide: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino”, reconociéndolo con estas palabras como su Dios y como su Salvador. Nunca olvidemos que Dios tiene sus tiempos, Sus formas y Sus propósitos. Él no necesita demostrar que es Dios. Hoy puedes sentirte crucificado por lo que estás viviendo, pero recuerda que a tu lado está Jesús, y si a pesar de todo el negro panorama que hoy tienes frente a ti en tu vida, sigues creyendo, Dios premiará tu Fe y te bendecirá con Su favor dando respuestas a tus oraciones. Jesús nos dice: “… Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible…” (Mateo 19:26)

Pero no debemos de olvidar que Dios tiene su tiempo, y necesitamos no desespéranos. David fue un hombre que supo esperar en Dios. Él confiaba en Dios en cada aspecto de su vida. Nada prueba mejor nuestra Fe que esperar en Dios por respuestas a la oración. Esperar en Dios, significa que toda nuestra vida, cada situación y momento de la misma, se pone bajo la autoridad y dirección de Dios.

Si nos desesperamos y corremos en cualquier dirección sin Dios, vamos a experimentar ansiedad, agotamiento y fracaso, y puede haber, algunas consecuencias irreparables. David lo sabía; él conocía y amaba las leyes de Dios, David siempre estaba consciente que necesitaba la instrucción de Dios, y confiaba que Él se la daría, y sabia y pacientemente esperaba. En el salmo 25:4-5 dice David: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día”

Debemos aprender a esperar la dirección del Señor. No sólo en dificultades especiales y en tiempos de prueba, sino en el curso de la vida diaria y podemos estar seguros que si se lo pedimos Él nos dará Su instrucción para llevarnos por Sus caminos. Pero para poder esperar en Dios, necesitaremos tener conocimiento de Su Palabra como única fuente verdadera de Sabiduría, tener Fe verdadera en Dios, y además tener intimidad con Él a través de la oración, que no solo pide, sino que también escucha.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Es fácil creer y confiar en Dios cuando todo está bien. Cuando estamos sanos, la familia está bien, el trabajo y el sustento están seguros y la vida transcurre en bonanza. Pero cuando llegan esos tiempos malos, el dolor, la angustia y el temor nos invaden, y parece que por más que oramos no encontramos respuesta, y pareciera que Dios además de guardar silencio, también ha desaparecido, y en esos momentos nos podemos sentir solos y abandonados, hasta por Dios. Es entonces que entra la duda, porque nos cuesta creer que algo bueno puede salir de toda esta situación. En esos momentos es fácil olvidarnos que Dios tiene sus tiempos, que pueden ser muy diferentes a los nuestros, y que tiene propósitos Soberanos en todo lo que acontece, pues Él no permite que pase nada sin que tenga un propósito. Al igual que uno de los ladrones que estaba crucificado al lado de Jesús, que incrédulo le dice: “Si tú eres el Cristo”…., como diciendo: ¡Demuestra si es cierto! En nuestra desesperación, tendemos a exigirle al Señor que nos demuestre que es Dios, diciéndole: Señor, si tú tienes el poder para ayudarme, entonces, hazlo. A nosotros nos cuesta creer cuando todo se ve perdido, pero debiéramos tener la humildad y la Fe que tuvo el otro ladrón crucificado que le pide: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino”, reconociéndolo con estas palabras como su Dios y como su Salvador. Nunca olvidemos que Dios tiene sus tiempos, Sus formas y Sus propósitos. Él no necesita demostrar que es Dios. Hoy puedes sentirte crucificado por lo que estás viviendo, pero recuerda que a tu lado está Jesús, y si a pesar de todo el negro panorama que hoy tienes frente a ti en tu vida, sigues creyendo, Dios premiará tu Fe y te bendecirá con Su favor dando respuestas a tus oraciones. Jesús nos dice: “… Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible…” (Mateo 19:26)

Pero no debemos de olvidar que Dios tiene su tiempo, y necesitamos no desespéranos. David fue un hombre que supo esperar en Dios. Él confiaba en Dios en cada aspecto de su vida. Nada prueba mejor nuestra Fe que esperar en Dios por respuestas a la oración. Esperar en Dios, significa que toda nuestra vida, cada situación y momento de la misma, se pone bajo la autoridad y dirección de Dios.

Si nos desesperamos y corremos en cualquier dirección sin Dios, vamos a experimentar ansiedad, agotamiento y fracaso, y puede haber, algunas consecuencias irreparables. David lo sabía; él conocía y amaba las leyes de Dios, David siempre estaba consciente que necesitaba la instrucción de Dios, y confiaba que Él se la daría, y sabia y pacientemente esperaba. En el salmo 25:4-5 dice David: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día”

Debemos aprender a esperar la dirección del Señor. No sólo en dificultades especiales y en tiempos de prueba, sino en el curso de la vida diaria y podemos estar seguros que si se lo pedimos Él nos dará Su instrucción para llevarnos por Sus caminos. Pero para poder esperar en Dios, necesitaremos tener conocimiento de Su Palabra como única fuente verdadera de Sabiduría, tener Fe verdadera en Dios, y además tener intimidad con Él a través de la oración, que no solo pide, sino que también escucha.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.