/ jueves 6 de agosto de 2020

Conciencia social

Los esfuerzos para contener la pandemia que en la actualidad nos aqueja han sido muy diversos, diferentes instituciones, dependencias y entes, han emitido múltiples recomendaciones, decretos y han desarrollado acciones para tratar de mitigar el crecimiento exponencial de los casos de contagio.

Por su parte los ciudadanos han sido solidarios en la mayoría de los casos acatando y cumpliendo las indicaciones emitidas, sin embargo, diversos factores han llevado a que algunos por necesidad se hallan visto obligados a quebrantar dichas disposiciones, el factor económico se ha convertido en una de las principales causas para que los ciudadanos antepongan el sustento propio y de sus familias por encima de la salud, otros aspectos como el emocional, físico, familiar, entre otros de mayor importancia, también han influido en las personas para que tomen la decisión de arriesgarse.

Desafortunadamente otro sector de la población en principio ha sido incluso renuente a aceptar que la enfermedad del Covid-19 existe, con argumentos como “es una estrategia para mantenernos encerrados” o “yo no creo en esas cosas, son puras mentiras”, es decir hasta no ver no creer o son de esas personas que necesitan meter el dedo en la llaga para convencerse, en fin. Algunos más aún conscientes de la existencia de la enfermedad, simplemente se han dado el “lujo” de no cumplir con las más mínimas indicaciones para detener los contagios, así es frecuente escuchar y ver que en diversos sectores de la población se realizan fiestas con toda normalidad, algunos más sencillamente se organizan para irse de vacaciones, para otros les resulta muy incómodo usar un simple cobre bocas, mantener una sana distancia, evitar salir a pasear a la calle, practicar medidas estrictas de higiene y la lista puede ser larga.

Cuando no se tiene una conciencia individual que le permita a una persona percibirse a sí misma en el mundo e identificar a través del conocimiento la realidad, resulta por demás difícil exigirle a esa persona que tanga una conciencia social, que le permita en primera instancia identificar las necesidades del prójimo y en segundo lugar cooperar de diversas formas para satisfacer esas necesidades.

De esta forma es preocupante que mientras una gran mayoría de personas han sido disciplinadas y se han esforzado para que la pandemia se detenga demostrando una conciencia individual y social, en tanto que por otro lado algunos de forma inconsciente continúan siendo omisos en su compromiso de ser solidarios con ellos mismos, con sus familias y con la sociedad en su conjunto, para superar esta emergencia sanitaria.

El llamado es a que pongamos en práctica esa conciencia social que nos permita entender la necesidad que tenemos unos de otros, hoy lo que está en juego es lo más importante que todo ser humano tiene, la salud y por ende la vida, dejemos de esperar que el de enfrente haga su parte, comencemos por hacer cada quien lo que nos corresponde, antes de que las consecuencias sean más graves y no tengamos ni siquiera la oportunidad de poderlo lamentar.

Los esfuerzos para contener la pandemia que en la actualidad nos aqueja han sido muy diversos, diferentes instituciones, dependencias y entes, han emitido múltiples recomendaciones, decretos y han desarrollado acciones para tratar de mitigar el crecimiento exponencial de los casos de contagio.

Por su parte los ciudadanos han sido solidarios en la mayoría de los casos acatando y cumpliendo las indicaciones emitidas, sin embargo, diversos factores han llevado a que algunos por necesidad se hallan visto obligados a quebrantar dichas disposiciones, el factor económico se ha convertido en una de las principales causas para que los ciudadanos antepongan el sustento propio y de sus familias por encima de la salud, otros aspectos como el emocional, físico, familiar, entre otros de mayor importancia, también han influido en las personas para que tomen la decisión de arriesgarse.

Desafortunadamente otro sector de la población en principio ha sido incluso renuente a aceptar que la enfermedad del Covid-19 existe, con argumentos como “es una estrategia para mantenernos encerrados” o “yo no creo en esas cosas, son puras mentiras”, es decir hasta no ver no creer o son de esas personas que necesitan meter el dedo en la llaga para convencerse, en fin. Algunos más aún conscientes de la existencia de la enfermedad, simplemente se han dado el “lujo” de no cumplir con las más mínimas indicaciones para detener los contagios, así es frecuente escuchar y ver que en diversos sectores de la población se realizan fiestas con toda normalidad, algunos más sencillamente se organizan para irse de vacaciones, para otros les resulta muy incómodo usar un simple cobre bocas, mantener una sana distancia, evitar salir a pasear a la calle, practicar medidas estrictas de higiene y la lista puede ser larga.

Cuando no se tiene una conciencia individual que le permita a una persona percibirse a sí misma en el mundo e identificar a través del conocimiento la realidad, resulta por demás difícil exigirle a esa persona que tanga una conciencia social, que le permita en primera instancia identificar las necesidades del prójimo y en segundo lugar cooperar de diversas formas para satisfacer esas necesidades.

De esta forma es preocupante que mientras una gran mayoría de personas han sido disciplinadas y se han esforzado para que la pandemia se detenga demostrando una conciencia individual y social, en tanto que por otro lado algunos de forma inconsciente continúan siendo omisos en su compromiso de ser solidarios con ellos mismos, con sus familias y con la sociedad en su conjunto, para superar esta emergencia sanitaria.

El llamado es a que pongamos en práctica esa conciencia social que nos permita entender la necesidad que tenemos unos de otros, hoy lo que está en juego es lo más importante que todo ser humano tiene, la salud y por ende la vida, dejemos de esperar que el de enfrente haga su parte, comencemos por hacer cada quien lo que nos corresponde, antes de que las consecuencias sean más graves y no tengamos ni siquiera la oportunidad de poderlo lamentar.