/ sábado 29 de septiembre de 2018

Cobardía  asesina

Los cobardes  asesinatos  que privaron de su vida a verdaderos patriotas que contribuían al bienestar de nuestro País, como lo fueron el  del Lic Uriel Loya Deister y el Ing.  Carlos Cano Chávez de Chihuahua capital;   nos debe  obligar a que la gente de bien  exijamos  al Gobierno nos autorice  el porte de arma para podernos defender. Estamos en estado de indefensión ante viles  asesinatos; vivimos a merced de ignorantes sicarios y de déspotas cabecillas e  incultos narcotraficantes y  gobernantes.

La cobardía de ultimar a alguien indefenso y desprevenido es semejante al que ejercen médicos desalmados contra un no nato cuando  practican un aborto.  Estos asesinos  seguirán siendo  menores  de edad toda su vida aunque por naturaleza ya sean físicamente adultos. Esa gente es  incapaz de respetar la armonía social e incluso lo más valioso de este mundo, que es la vida humana. No pueden amar las buenas costumbres debido a su sed de materialismo y  su  satanismo personal. Viven encandilados por una vida de  dinero fácil que los convierte en  ineptos incapaces de triunfar  honestamente en la vida.

La gente que solo critica, se indigna y no pasa  de espectador,  es también un cobarde  traidor a la Patria, México no los necesita. Es conocido que la cobardía  es  madre de la crueldad y mas allá engendra el ensañamiento carnicero  de desmembrar a  quienes osan  atentar contra  sus  intereses ilícitos. Podemos ver como ejemplo  la guerra de destrucción mutua que iniciaron desde hace años  los  tontos criminales de nuestra Nación.

Dios nos creó a su imagen y semejanza; quien comete tales actos deben saber el gran mal que hacen y además reconocer que eso  es satanismo puro por muy poderosas razones que puedan sostener. Cometer actos de tal magnitud, solo es propio de los porquerías; sin duda fuerzas más poderosas los abatirán mas temprano que tarde y el dolor será su  recompensa. Lo que sembramos cosechamos;  no existe pecado sin castigo, “El Karma” o la ley de las reciprocidades se encargará de ello,  y tal vez una sociedad indignada y acorralada un día se ocupará de alejarlos abruptamente de sus vidas y de sus grupos sociales.

Los cobardes  asesinatos  que privaron de su vida a verdaderos patriotas que contribuían al bienestar de nuestro País, como lo fueron el  del Lic Uriel Loya Deister y el Ing.  Carlos Cano Chávez de Chihuahua capital;   nos debe  obligar a que la gente de bien  exijamos  al Gobierno nos autorice  el porte de arma para podernos defender. Estamos en estado de indefensión ante viles  asesinatos; vivimos a merced de ignorantes sicarios y de déspotas cabecillas e  incultos narcotraficantes y  gobernantes.

La cobardía de ultimar a alguien indefenso y desprevenido es semejante al que ejercen médicos desalmados contra un no nato cuando  practican un aborto.  Estos asesinos  seguirán siendo  menores  de edad toda su vida aunque por naturaleza ya sean físicamente adultos. Esa gente es  incapaz de respetar la armonía social e incluso lo más valioso de este mundo, que es la vida humana. No pueden amar las buenas costumbres debido a su sed de materialismo y  su  satanismo personal. Viven encandilados por una vida de  dinero fácil que los convierte en  ineptos incapaces de triunfar  honestamente en la vida.

La gente que solo critica, se indigna y no pasa  de espectador,  es también un cobarde  traidor a la Patria, México no los necesita. Es conocido que la cobardía  es  madre de la crueldad y mas allá engendra el ensañamiento carnicero  de desmembrar a  quienes osan  atentar contra  sus  intereses ilícitos. Podemos ver como ejemplo  la guerra de destrucción mutua que iniciaron desde hace años  los  tontos criminales de nuestra Nación.

Dios nos creó a su imagen y semejanza; quien comete tales actos deben saber el gran mal que hacen y además reconocer que eso  es satanismo puro por muy poderosas razones que puedan sostener. Cometer actos de tal magnitud, solo es propio de los porquerías; sin duda fuerzas más poderosas los abatirán mas temprano que tarde y el dolor será su  recompensa. Lo que sembramos cosechamos;  no existe pecado sin castigo, “El Karma” o la ley de las reciprocidades se encargará de ello,  y tal vez una sociedad indignada y acorralada un día se ocupará de alejarlos abruptamente de sus vidas y de sus grupos sociales.