/ martes 21 de julio de 2020

Caso Dreyfus

El oficial y el espía, es una película basada en el caso Dreyfus. Un hecho real que hasta la fecha cimbra al estado Francés.En sus más de noventa minutos de duración, encontré personajes interesantes.

Ulpiano mencionaba que “justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde”. El caso Dreyfus es un claro ejemplo de la utópica justicia en los estados modernos. Después de la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos Humanos, ambos hechos históricos cruciales para la consolidación de repúblicas democráticas y el reconocimiento de la igualdad entre los seres humanos, la precariedad en el funcionamiento de las instituciones públicas para cumplir a cabalidad lo propuesto por los documentos legales, nos hace pensar en la deficiencia procesal de la que todos podemos ser víctimas.

Alfred Dreyfus se convirtió en el cordero inmolado. Fue una ofrenda para el sistema. La verdad debe quedar oculta, es la mentira la que sostiene a las instituciones. El maquillaje de la realidad como defensa de un nacionalismo exacerbado. La integración de los países europeos es una simbiosis racial y cultural imperceptible: el color de su pelo, ojos y piel es similar; cohabitan una región territorialmente bien delimitada, sin embargo existen pugnas ancestrales que pocas veces se evidencian en los estudios básico de historia universal para los pueblos latinoamericanos. Un oficial judeofrancés, es más vulnerable que un miembro de una rama irregular de la aristocracia húngara.

Tal parece que estamos jugando a los naipes. Las combinaciones de las cartas nos pueden dar una jugada ganadora. Esterhazy contó con el favor de la diosa Fortuna. Legalmente salió bien librado de este caso. Fue juzgado y absuelto. Tratado con benevolencia por los tribunales, mientras alguien inocente purgaba una condena. El estado Francés en un deplorable proceder ocultó la verdad y prefirió mantenerse en el error.

“Como la fortuna es una mujer ciega, borracha y antojadiza que no mira a quien favorece”: los perdedores de la noche fueron Émile Zola célebre y acaudalado novelista, que en un primer momento guardó silencio. Esgrimió su pluma como espada escribieendo una carta dirigida al presidente Félix Faure en 1898. A más de cien años de la Revolución Francesa, aparece este documento solicitando la

justicia como equidad, que consiste básicamente en el principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia. La promulgación de las leyes o de los principios, no garantiza el cumplimiento de los mismos. Zola fue condenado por injurias al ejército y tuvo que exiliarse en Inglaterra.

Georges Picquart ferviente militar que observa como el proceder humano ensucia la honorable institución del ejército francés. Detecta el error en la investigación, señala las falencias en el proceso y lo apresan. La verdad lejos de liberarlo, lo llevó a una celda. Incapaz de concebir su vida al margen del ejército, acaba con su vida; el honor sostén de las instituciones militares, se convirtió en solo una frase hueca.


El oficial y el espía, es una película basada en el caso Dreyfus. Un hecho real que hasta la fecha cimbra al estado Francés.En sus más de noventa minutos de duración, encontré personajes interesantes.

Ulpiano mencionaba que “justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde”. El caso Dreyfus es un claro ejemplo de la utópica justicia en los estados modernos. Después de la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos Humanos, ambos hechos históricos cruciales para la consolidación de repúblicas democráticas y el reconocimiento de la igualdad entre los seres humanos, la precariedad en el funcionamiento de las instituciones públicas para cumplir a cabalidad lo propuesto por los documentos legales, nos hace pensar en la deficiencia procesal de la que todos podemos ser víctimas.

Alfred Dreyfus se convirtió en el cordero inmolado. Fue una ofrenda para el sistema. La verdad debe quedar oculta, es la mentira la que sostiene a las instituciones. El maquillaje de la realidad como defensa de un nacionalismo exacerbado. La integración de los países europeos es una simbiosis racial y cultural imperceptible: el color de su pelo, ojos y piel es similar; cohabitan una región territorialmente bien delimitada, sin embargo existen pugnas ancestrales que pocas veces se evidencian en los estudios básico de historia universal para los pueblos latinoamericanos. Un oficial judeofrancés, es más vulnerable que un miembro de una rama irregular de la aristocracia húngara.

Tal parece que estamos jugando a los naipes. Las combinaciones de las cartas nos pueden dar una jugada ganadora. Esterhazy contó con el favor de la diosa Fortuna. Legalmente salió bien librado de este caso. Fue juzgado y absuelto. Tratado con benevolencia por los tribunales, mientras alguien inocente purgaba una condena. El estado Francés en un deplorable proceder ocultó la verdad y prefirió mantenerse en el error.

“Como la fortuna es una mujer ciega, borracha y antojadiza que no mira a quien favorece”: los perdedores de la noche fueron Émile Zola célebre y acaudalado novelista, que en un primer momento guardó silencio. Esgrimió su pluma como espada escribieendo una carta dirigida al presidente Félix Faure en 1898. A más de cien años de la Revolución Francesa, aparece este documento solicitando la

justicia como equidad, que consiste básicamente en el principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia. La promulgación de las leyes o de los principios, no garantiza el cumplimiento de los mismos. Zola fue condenado por injurias al ejército y tuvo que exiliarse en Inglaterra.

Georges Picquart ferviente militar que observa como el proceder humano ensucia la honorable institución del ejército francés. Detecta el error en la investigación, señala las falencias en el proceso y lo apresan. La verdad lejos de liberarlo, lo llevó a una celda. Incapaz de concebir su vida al margen del ejército, acaba con su vida; el honor sostén de las instituciones militares, se convirtió en solo una frase hueca.