/ domingo 1 de agosto de 2021

Casa de oración, pacto de paz | Una Segunda Oportunidad

"Levántate y vete a la casa del alfarero y allí yo te hablaré. El profeta dijo: yo descendí, fui a la casa del alfarero y he aquí que el que trabajaba, trabajaba sobre una rueda, y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en la mano, y volvió y le hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla" (Jer. 18:1-6)

Esta es una promesa de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, tomó vidas y las hizo de nuevo porque Él es Dios de la segunda oportunidad: Un hombre llamado Simón, pescador de oficio y propietario de un pequeño negocio, cuya vida estaba hecha, "sin pena y sin gloria", conocería al Dios de la segunda oportunidad. Simón estaba conforme con unos cuantos pescados por día, unos cuantos cestos por mes; vivir y dejar vivir parecía ser su filosofía de vida. Sin embargo a este rudo hombre Dios le dio una nueva oportunidad. Jesús apareció en el área de trabajo de Simón, subió a su barca, le ordenó bogar mar adentro y echar las redes para pescar. Cuando tiró la red ésta se llenó de peces, de tal manera que se rompía. Al ver esto Simón cayó de rodillas ante Jesús diciendo: "apártate de mí porque yo soy un hombre pecador". Repentinamente, en medio de su vida sin sabor, un milagro aconteció. Jesús le dijo: "Simón no tengas miedo porque desde ahora tú serás un pescador de hombres". La vida común que había vivido Simón quedaría en el pasado. A partir de ese momento Jesús hizo de él un hombre de renombre y sería conocido como el líder de la Iglesia Cristiana en Jerusalén. Simón, el apóstol Pedro. (Lucas 5:1-11)

Un día Jesús pasó por al lado de un recaudador de impuestos, lo vio enredado en su negocio, seguramente exigiendo y maldiciendo. Se acercó, lo miró a los ojos y le dijo una sola palabra: "Sígueme". Había algo en esa palabra dicha por el Maestro. Se levantó, dejó la mesa, el dinero, el pasado y siguió a Jesús. Leví, conocido como Mateo, el discípulo, el apóstol, el autor del Evangelio según Mateo. ¡Qué oportunidad trascendental! Escribiría acerca de Jesús, caminaría con Jesús; las generaciones escucharían de él. (Lucas 5:27-29)

La galería a recorrer de hombres y mujeres que experimentaron la benevolencia de un Dios de la segunda oportunidad son muchos.

Escuche lo que dice uno de esos afortunados: "Yo perseguía a los cristianos hasta la muerte, los perseguía, los entregaba en la cárcel fuesen hombres o fuesen mujeres". (Hechos 26:11) Tan fiel y celoso de la religión se consideraba que castigaba a los santos en las sinagogas, los encerraba en las cárceles y cuando los mataban, él daba su voto de acuerdo. Los forzó a blasfemar, y enfurecido sobre manera contra ellos los perseguía hasta en las ciudades extranjeras. Este hombre no se merecía una segunda oportunidad. No un hombre así. No un hombre que persiguió a Cristo, que persiguió a los cristianos.

Un día apareció Jesús a este hombre y le ofreció una segunda oportunidad. "Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?", fueron las palabras de Jesús a él. Una luz brillante lo iluminó y una voz como trueno resonó: "Yo soy Jesús, a quien tú has perseguido". ¿Jesús le ofreció una segunda oportunidad a Saulo?, Sí... Pablo, el futuro apóstol. Aquel que escribió gran parte del Nuevo Testamento. El apóstol que nos habló de la gracia, del amor, del perdón, de la misericordia de Cristo; y nos habló también de la segunda oportunidad que en Cristo podemos tener.

-¿Otro afortunado? Éste era un ladrón. Atrapado, juzgado y sentenciado a muerte. Le tocó nada menos que estar junto a Cristo crucificado. El ladrón reconoció merecer morir. Le pidió a Jesús una segunda oportunidad minutos antes de morir..: "Jesús acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Y Jesús le dio una segunda oportunidad. "Hoy tú estarás conmigo en el paraíso".

¡Qué hermosa es una segunda oportunidad! Cuando la vida parece destruida, cuando no hay ya esperanza, cuando nada parece arreglarse, cuando se desea la muerte pues no hay solución, una segunda oportunidad espera.

Pastor / Estudios en teología

"Levántate y vete a la casa del alfarero y allí yo te hablaré. El profeta dijo: yo descendí, fui a la casa del alfarero y he aquí que el que trabajaba, trabajaba sobre una rueda, y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en la mano, y volvió y le hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla" (Jer. 18:1-6)

Esta es una promesa de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, tomó vidas y las hizo de nuevo porque Él es Dios de la segunda oportunidad: Un hombre llamado Simón, pescador de oficio y propietario de un pequeño negocio, cuya vida estaba hecha, "sin pena y sin gloria", conocería al Dios de la segunda oportunidad. Simón estaba conforme con unos cuantos pescados por día, unos cuantos cestos por mes; vivir y dejar vivir parecía ser su filosofía de vida. Sin embargo a este rudo hombre Dios le dio una nueva oportunidad. Jesús apareció en el área de trabajo de Simón, subió a su barca, le ordenó bogar mar adentro y echar las redes para pescar. Cuando tiró la red ésta se llenó de peces, de tal manera que se rompía. Al ver esto Simón cayó de rodillas ante Jesús diciendo: "apártate de mí porque yo soy un hombre pecador". Repentinamente, en medio de su vida sin sabor, un milagro aconteció. Jesús le dijo: "Simón no tengas miedo porque desde ahora tú serás un pescador de hombres". La vida común que había vivido Simón quedaría en el pasado. A partir de ese momento Jesús hizo de él un hombre de renombre y sería conocido como el líder de la Iglesia Cristiana en Jerusalén. Simón, el apóstol Pedro. (Lucas 5:1-11)

Un día Jesús pasó por al lado de un recaudador de impuestos, lo vio enredado en su negocio, seguramente exigiendo y maldiciendo. Se acercó, lo miró a los ojos y le dijo una sola palabra: "Sígueme". Había algo en esa palabra dicha por el Maestro. Se levantó, dejó la mesa, el dinero, el pasado y siguió a Jesús. Leví, conocido como Mateo, el discípulo, el apóstol, el autor del Evangelio según Mateo. ¡Qué oportunidad trascendental! Escribiría acerca de Jesús, caminaría con Jesús; las generaciones escucharían de él. (Lucas 5:27-29)

La galería a recorrer de hombres y mujeres que experimentaron la benevolencia de un Dios de la segunda oportunidad son muchos.

Escuche lo que dice uno de esos afortunados: "Yo perseguía a los cristianos hasta la muerte, los perseguía, los entregaba en la cárcel fuesen hombres o fuesen mujeres". (Hechos 26:11) Tan fiel y celoso de la religión se consideraba que castigaba a los santos en las sinagogas, los encerraba en las cárceles y cuando los mataban, él daba su voto de acuerdo. Los forzó a blasfemar, y enfurecido sobre manera contra ellos los perseguía hasta en las ciudades extranjeras. Este hombre no se merecía una segunda oportunidad. No un hombre así. No un hombre que persiguió a Cristo, que persiguió a los cristianos.

Un día apareció Jesús a este hombre y le ofreció una segunda oportunidad. "Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?", fueron las palabras de Jesús a él. Una luz brillante lo iluminó y una voz como trueno resonó: "Yo soy Jesús, a quien tú has perseguido". ¿Jesús le ofreció una segunda oportunidad a Saulo?, Sí... Pablo, el futuro apóstol. Aquel que escribió gran parte del Nuevo Testamento. El apóstol que nos habló de la gracia, del amor, del perdón, de la misericordia de Cristo; y nos habló también de la segunda oportunidad que en Cristo podemos tener.

-¿Otro afortunado? Éste era un ladrón. Atrapado, juzgado y sentenciado a muerte. Le tocó nada menos que estar junto a Cristo crucificado. El ladrón reconoció merecer morir. Le pidió a Jesús una segunda oportunidad minutos antes de morir..: "Jesús acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Y Jesús le dio una segunda oportunidad. "Hoy tú estarás conmigo en el paraíso".

¡Qué hermosa es una segunda oportunidad! Cuando la vida parece destruida, cuando no hay ya esperanza, cuando nada parece arreglarse, cuando se desea la muerte pues no hay solución, una segunda oportunidad espera.

Pastor / Estudios en teología