/ domingo 24 de octubre de 2021

Casa de oración, Pacto de Paz | Sueños resucitados 

En la biblia, encontramos la historia de un hombre llamado Lázaro. Según nos la historia bíblica este hombre fue un amigo muy íntimo de Jesús. Un día, Lázaro muere, y cuando Jesús viene donde estaba su amigo muerto, Martha, hermana de Lázaro, le sale al encuentro y le dice que si Él hubiera estado allí su hermano no hubiera muerto (Juan 11:21) Ella dice: “SI HUBIERAS” Podemos imaginar ese momento y notar a esta mujer desesperada y escuchar un gran pesar en su voz. Parece como un reclamo, y a la vez una palabra de esperanza, de que la presencia de Jesús puede cambiar todas las cosas. Pero en realidad, Jesús no había dejado solo a Lázaro ni a sus hermanas. Había un propósito en la tardanza, manifestar su poder sobrenatural, aún sobre la muerte.

Todos, de alguna manera tenemos sueños, esperanzas y peticiones delante de Dios. Muchos de ellos quizá no se han cumplido, y pudiéramos pensar que es una “falla de Dios”. Son nuestros “si hubieras” que quizá pudiéramos decirle a Dios.

La historia de Lázaro nos permite darnos cuenta que no estamos solos cuando se trata de la frustración de sueños, esperanzas y peticiones no contestadas, que a la vez parece que se desvanecen como la niebla al amanecer.

Todo mundo tiene sus “si hubieras” porque todo mundo tiene sueños y esperanzas. Los sueños y las esperanzas son el pan de cada día de la humanidad cundo confiamos en Dios.

Viajar hoy por el aire en avión es una realidad, porque alguien soñó un día que se podía hacer. Es posible curar muchísimas enfermedades porque alguien ha soñado y ha tenido esperanza que se pueden curar. Es posible subirnos a nuestros coches y trasladarnos pronto de un lado a otro porque alguien soñó un día que se podría hacer.

María y Martha tenían un sueño, una esperanza. Que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro no hubiera muerto. Y estoy convencido de que el mismo Lázaro tenía sueños y los mismos se fueron con él al momento de morir.

Cuando Lázaro murió, Jesús le dijo a Martha que Lázaro resucitaría. (Juan. 11:23) Y después va a donde estaba sepultado Lázaro, ordena que la piedra que cubría la tumba sea quitada, y el milagro de la resurrección se hace. De inmediato ordena que le sean quitadas las vendas de la mortaja que lo ataban. Ahora el sueño de Martha y de María se había cumplido. Y puedo decir que al resucitar Lázaro sus sueños y esperanzas resucitaron junto con él. Ahora el luto y el dolor se convirtieron en gozo. ¿Qué hizo la diferencia? ¡LA PRECENSIA DE CRISTO¡

Estimado lector, cuando un sueño haya muerto, no pierda la esperanza. Permita que Cristo esté presente en ese sueño, y espere que un milagro suceda. Espere que el sueño resucite junto con el Señor de la resurrección. Cuando un sueño muera, permita que Cristo este presente.

Crea que la piedra de la tumba que esconde su sueño será removida y su sueño resucitará. Jesús ordenará que le sean quitadas las vendas que lo detienen y usted se levantara, y tu sueño resucitará.

Tal vez muchos de nuestros sueños parecen más allá de nuestro alcance cuando tratamos de alcanzarlos por nuestras propias fuerzas y o recursos. Pero Dios espera que confiemos en Él un poco más allá de lo que lo hemos hecho.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo

Pastor J. Andrés Pimentel M.

En la biblia, encontramos la historia de un hombre llamado Lázaro. Según nos la historia bíblica este hombre fue un amigo muy íntimo de Jesús. Un día, Lázaro muere, y cuando Jesús viene donde estaba su amigo muerto, Martha, hermana de Lázaro, le sale al encuentro y le dice que si Él hubiera estado allí su hermano no hubiera muerto (Juan 11:21) Ella dice: “SI HUBIERAS” Podemos imaginar ese momento y notar a esta mujer desesperada y escuchar un gran pesar en su voz. Parece como un reclamo, y a la vez una palabra de esperanza, de que la presencia de Jesús puede cambiar todas las cosas. Pero en realidad, Jesús no había dejado solo a Lázaro ni a sus hermanas. Había un propósito en la tardanza, manifestar su poder sobrenatural, aún sobre la muerte.

Todos, de alguna manera tenemos sueños, esperanzas y peticiones delante de Dios. Muchos de ellos quizá no se han cumplido, y pudiéramos pensar que es una “falla de Dios”. Son nuestros “si hubieras” que quizá pudiéramos decirle a Dios.

La historia de Lázaro nos permite darnos cuenta que no estamos solos cuando se trata de la frustración de sueños, esperanzas y peticiones no contestadas, que a la vez parece que se desvanecen como la niebla al amanecer.

Todo mundo tiene sus “si hubieras” porque todo mundo tiene sueños y esperanzas. Los sueños y las esperanzas son el pan de cada día de la humanidad cundo confiamos en Dios.

Viajar hoy por el aire en avión es una realidad, porque alguien soñó un día que se podía hacer. Es posible curar muchísimas enfermedades porque alguien ha soñado y ha tenido esperanza que se pueden curar. Es posible subirnos a nuestros coches y trasladarnos pronto de un lado a otro porque alguien soñó un día que se podría hacer.

María y Martha tenían un sueño, una esperanza. Que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro no hubiera muerto. Y estoy convencido de que el mismo Lázaro tenía sueños y los mismos se fueron con él al momento de morir.

Cuando Lázaro murió, Jesús le dijo a Martha que Lázaro resucitaría. (Juan. 11:23) Y después va a donde estaba sepultado Lázaro, ordena que la piedra que cubría la tumba sea quitada, y el milagro de la resurrección se hace. De inmediato ordena que le sean quitadas las vendas de la mortaja que lo ataban. Ahora el sueño de Martha y de María se había cumplido. Y puedo decir que al resucitar Lázaro sus sueños y esperanzas resucitaron junto con él. Ahora el luto y el dolor se convirtieron en gozo. ¿Qué hizo la diferencia? ¡LA PRECENSIA DE CRISTO¡

Estimado lector, cuando un sueño haya muerto, no pierda la esperanza. Permita que Cristo esté presente en ese sueño, y espere que un milagro suceda. Espere que el sueño resucite junto con el Señor de la resurrección. Cuando un sueño muera, permita que Cristo este presente.

Crea que la piedra de la tumba que esconde su sueño será removida y su sueño resucitará. Jesús ordenará que le sean quitadas las vendas que lo detienen y usted se levantara, y tu sueño resucitará.

Tal vez muchos de nuestros sueños parecen más allá de nuestro alcance cuando tratamos de alcanzarlos por nuestras propias fuerzas y o recursos. Pero Dios espera que confiemos en Él un poco más allá de lo que lo hemos hecho.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo

Pastor J. Andrés Pimentel M.