/ domingo 31 de julio de 2022

Casa de oración pacto de paz | No pierdas la esperanza

Una necesidad del ser humano desde tiempos primitivos, es la necesidad de valer, de encontrar sentido y propósito a la vida. Siempre se ha hecho la pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? Y ha buscado darle sentido a través de la fama, las posesiones, el poder, la comedia, la música, el dinero etc. Y no es que esas cosas sean malas en sí mismas. Pero conocemos historias de personas que lo han tenido todo, y sin embargo, no encontraron en algún momento sentido a la vida.

Muy a nuestro pesar, los problemas llegan sin importar cuán cuidadosos seamos en la vida. Las dificultades a veces golpean por razones que están fuera de nuestro control.

En la Biblia encontramos historias de personajes que enfrentaron las mismas preguntas acerca de la vida y cosas que no tenían sentido. El rey David fue uno de ellos. Las penurias que atravesó fueron varias. Fue perseguido por un rey, sufrió de intentos de asesinatos, sus hijos lo traicionaron, alguno murió, otro asesinó a uno de ellos, uno quiso usurpar el trono real, etc. Cada experiencia refleja que su vida fue dura, y lo expresó de esta manera: “Mi culpa pesa sobre mi cabeza como una enorme carga. Me estoy hundiendo” (Sal. 38:4) Pero pese al dolor y la tristeza que sentía, siempre buscaba refugio en Dios: “¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!” (Sal. 42:11). Job perdió a sus hijos, sus bienes, riquezas, su reputación y además contrajo una enfermedad que, en ese tiempo, no tenía cura. Algunos de sus amigos lo acusaron, su esposa renegó de él y de Dios, pero Job nunca se atrevió a negar ni rechazar a Dios. Durante ese tiempo se hizo muchas preguntas y llegó un punto en el que deseó no haber nacido. Pese a todo, el mantenía su esperanza en Dios: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25)

Salomón, uno de los hombres más sabios que hayan existido también se hizo muchas preguntas. Él trató de encontrar las respuestas a los enigmas de la vida experimentando de todas las formas posibles (Ecl. 2) Pero al final de todo, este sabio hombre llegó a una conclusión: “El fin de todo el discurso oído [de todas las cosas que probó] es este: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre…” (Ecl. 12:13) ¿Cuál fue entonces la conclusión de Salomón? Que, aunque inevitablemente habrá dificultades, nuestra vida puede tener sentido si vivimos de acuerdo a la instrucción de Dios.

Y definitivamente, el amor y la familia son elementos esenciales del verdadero propósito de la y significado de la vida. La característica fundamental de Dios es el amor (1 Juan 4:8). Él nos ha creado y nos ha dado propósito en la vida porque Él nos ama. ¡Y Él quiere que aprendamos y experimentemos su amor perfecto y completo! Y a medida que exploramos la Biblia, justo cuando pensamos que ya no puede ser mejor, ¡Sí lo es! Y cuanto más conocemos y experimentamos el amor de Dios, siempre será mejor. Y cuando encontramos una causa por la cual vivir trabajamos en ella, encontraremos que la vida es bella y vale la pena vivir.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mudo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos

Una necesidad del ser humano desde tiempos primitivos, es la necesidad de valer, de encontrar sentido y propósito a la vida. Siempre se ha hecho la pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? Y ha buscado darle sentido a través de la fama, las posesiones, el poder, la comedia, la música, el dinero etc. Y no es que esas cosas sean malas en sí mismas. Pero conocemos historias de personas que lo han tenido todo, y sin embargo, no encontraron en algún momento sentido a la vida.

Muy a nuestro pesar, los problemas llegan sin importar cuán cuidadosos seamos en la vida. Las dificultades a veces golpean por razones que están fuera de nuestro control.

En la Biblia encontramos historias de personajes que enfrentaron las mismas preguntas acerca de la vida y cosas que no tenían sentido. El rey David fue uno de ellos. Las penurias que atravesó fueron varias. Fue perseguido por un rey, sufrió de intentos de asesinatos, sus hijos lo traicionaron, alguno murió, otro asesinó a uno de ellos, uno quiso usurpar el trono real, etc. Cada experiencia refleja que su vida fue dura, y lo expresó de esta manera: “Mi culpa pesa sobre mi cabeza como una enorme carga. Me estoy hundiendo” (Sal. 38:4) Pero pese al dolor y la tristeza que sentía, siempre buscaba refugio en Dios: “¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!” (Sal. 42:11). Job perdió a sus hijos, sus bienes, riquezas, su reputación y además contrajo una enfermedad que, en ese tiempo, no tenía cura. Algunos de sus amigos lo acusaron, su esposa renegó de él y de Dios, pero Job nunca se atrevió a negar ni rechazar a Dios. Durante ese tiempo se hizo muchas preguntas y llegó un punto en el que deseó no haber nacido. Pese a todo, el mantenía su esperanza en Dios: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25)

Salomón, uno de los hombres más sabios que hayan existido también se hizo muchas preguntas. Él trató de encontrar las respuestas a los enigmas de la vida experimentando de todas las formas posibles (Ecl. 2) Pero al final de todo, este sabio hombre llegó a una conclusión: “El fin de todo el discurso oído [de todas las cosas que probó] es este: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre…” (Ecl. 12:13) ¿Cuál fue entonces la conclusión de Salomón? Que, aunque inevitablemente habrá dificultades, nuestra vida puede tener sentido si vivimos de acuerdo a la instrucción de Dios.

Y definitivamente, el amor y la familia son elementos esenciales del verdadero propósito de la y significado de la vida. La característica fundamental de Dios es el amor (1 Juan 4:8). Él nos ha creado y nos ha dado propósito en la vida porque Él nos ama. ¡Y Él quiere que aprendamos y experimentemos su amor perfecto y completo! Y a medida que exploramos la Biblia, justo cuando pensamos que ya no puede ser mejor, ¡Sí lo es! Y cuanto más conocemos y experimentamos el amor de Dios, siempre será mejor. Y cuando encontramos una causa por la cual vivir trabajamos en ella, encontraremos que la vida es bella y vale la pena vivir.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mudo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos