/ domingo 5 de diciembre de 2021

Casa de oración, Pacto de Paz | Jesús vino a buscar y a salvar

Dice en Lucas 19:10 “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” “Hijo de hombre” Es uno de los títulos aplicados a Jesucristo. Este hace referencia a Su encarnación. Él vino a buscar al ser humano perdido desde el Edén. Ya la parecer, no encontró al ser humano en su mejor tiempo, más bien, en uno de sus peores momentos.

La pregunta hora es ¿Dónde encuentra Dios al ser humano? No le encuentra en aquel palacio de hermosura y santidad donde lo puso al crearlo, sino arrastrándose sobre el polvo, como un gusano vil, pegado a las miserias de la tierra, entregado a las mayores bajezas y deseos de la carne, sobre todo en este siglo de libertad en que vivimos. El ser puesto en este planeta como gobernador de la creación, se halla ahora, moral y espiritualmente hablando, en lugares bajos de la vida, intentando hacer grandes cosas, pero incapaz de realizarlas alejados de Dios. Lo encuentra en lugares bajos desilusionados, machacados y derrotados, reprimidos, solos, en pena, en la opresión. En un lugar de pecado y de maldad, en lugares de olvido y de abandono. En lugares bajos de pobreza, opresión y esclavitud, de aflicción, de dolor, de tristeza, y de amargura, y hasta esos lugares ha venido Jesús a rescatarnos. ¡Gracias Dios!

La segunda pregunta es ¿Qué hace Dios con el ser humano cuando lo encuentra? Se apiada de él, tiene misericordia, como el buen samaritano de aquel que había sido asaltado en el camino y dejado tirado en el polvo como muerto (Lc.10:25-37) Desde el momento en que Adán cayó en la desobediencia, el corazón de Dios se ha entristecido de tal manera de enviar a Jesús al mundo a sufrir por los hombres, y por medio de su muerte y resurrección, levantar al hombre de los lugares bajos a los que han caído. Cuando lo encuentra lo levanta, solamente su brazo poderoso podría hacerlo, pero era preciso para sacar al que estaba metido en el cieno de este mundo.

La ley divina del Sinaí no logró salvar a los hombres incapaces de darle cumplimiento, ni ayer, ni hoy, pero el Hijo de Dios, muriendo por los pecadores, les ha reducido a almas arrepentidas, como lo fue el primer ladrón de la cruz, y aptas para entrar en Su reino. En pocas palabras, lo restaura.

La tercera pregunta es ¿Qué hace Dios cuando lo levanta? Según el salmo 113:7-8 “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo” Según el lenguaje bíblico, lo levanta y lo hace sentar entre príncipes. Dios ha engrandecido su misericordia hasta lo sumo. Del más bajo fondo de la miseria eleva al alma redimida a la cumbre más alta de la gloria.

Ya en este mismo mundo tenemos el privilegio de acercarnos a Dios como príncipes herederos, por medio de Cristo cuando lo hacemos nuestro Señor y Salvador, pero nuestra verdadera gloria será en el cielo entre los príncipes celestiales, donde recibiremos una corona y un trono eternos.

Qué tremendo abismo tenemos entre la miseria del ser humano y el trono de Dios. Pero Jesús ha tendido un puente desde el pesebre hasta la cruz. ¡A Su Nombre gloria! Y bienaventurado los que transiten por él.

¡Feliz y bienaventurado adviento!

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y u día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M.

Dice en Lucas 19:10 “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” “Hijo de hombre” Es uno de los títulos aplicados a Jesucristo. Este hace referencia a Su encarnación. Él vino a buscar al ser humano perdido desde el Edén. Ya la parecer, no encontró al ser humano en su mejor tiempo, más bien, en uno de sus peores momentos.

La pregunta hora es ¿Dónde encuentra Dios al ser humano? No le encuentra en aquel palacio de hermosura y santidad donde lo puso al crearlo, sino arrastrándose sobre el polvo, como un gusano vil, pegado a las miserias de la tierra, entregado a las mayores bajezas y deseos de la carne, sobre todo en este siglo de libertad en que vivimos. El ser puesto en este planeta como gobernador de la creación, se halla ahora, moral y espiritualmente hablando, en lugares bajos de la vida, intentando hacer grandes cosas, pero incapaz de realizarlas alejados de Dios. Lo encuentra en lugares bajos desilusionados, machacados y derrotados, reprimidos, solos, en pena, en la opresión. En un lugar de pecado y de maldad, en lugares de olvido y de abandono. En lugares bajos de pobreza, opresión y esclavitud, de aflicción, de dolor, de tristeza, y de amargura, y hasta esos lugares ha venido Jesús a rescatarnos. ¡Gracias Dios!

La segunda pregunta es ¿Qué hace Dios con el ser humano cuando lo encuentra? Se apiada de él, tiene misericordia, como el buen samaritano de aquel que había sido asaltado en el camino y dejado tirado en el polvo como muerto (Lc.10:25-37) Desde el momento en que Adán cayó en la desobediencia, el corazón de Dios se ha entristecido de tal manera de enviar a Jesús al mundo a sufrir por los hombres, y por medio de su muerte y resurrección, levantar al hombre de los lugares bajos a los que han caído. Cuando lo encuentra lo levanta, solamente su brazo poderoso podría hacerlo, pero era preciso para sacar al que estaba metido en el cieno de este mundo.

La ley divina del Sinaí no logró salvar a los hombres incapaces de darle cumplimiento, ni ayer, ni hoy, pero el Hijo de Dios, muriendo por los pecadores, les ha reducido a almas arrepentidas, como lo fue el primer ladrón de la cruz, y aptas para entrar en Su reino. En pocas palabras, lo restaura.

La tercera pregunta es ¿Qué hace Dios cuando lo levanta? Según el salmo 113:7-8 “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo” Según el lenguaje bíblico, lo levanta y lo hace sentar entre príncipes. Dios ha engrandecido su misericordia hasta lo sumo. Del más bajo fondo de la miseria eleva al alma redimida a la cumbre más alta de la gloria.

Ya en este mismo mundo tenemos el privilegio de acercarnos a Dios como príncipes herederos, por medio de Cristo cuando lo hacemos nuestro Señor y Salvador, pero nuestra verdadera gloria será en el cielo entre los príncipes celestiales, donde recibiremos una corona y un trono eternos.

Qué tremendo abismo tenemos entre la miseria del ser humano y el trono de Dios. Pero Jesús ha tendido un puente desde el pesebre hasta la cruz. ¡A Su Nombre gloria! Y bienaventurado los que transiten por él.

¡Feliz y bienaventurado adviento!

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y u día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M.