/ domingo 7 de agosto de 2022

Casa de oración pacto de paz | Edificados en Cristo

Dice en Colosenses 2:6 “Por eso , de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en Él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud”.

¿De qué sirve estudiar una carrera si finalmente se dedica a otra cosa? ¿De qué sirve prepararte para un maratón si no lo corres? De la misma manera no sirve de nada llenarnos de sabiduría y conocimiento de Cristo si no vivimos en Él y no somos edificado en Él. Todo ese aprendizaje debe ser trasladado a la acción, al cambio, a la transformación de la vida.

Vivir en Cristo, arraigado y edificado en Él, significa morir a uno mismo, a sus deseos, a sus ideas y poner primero las Suyas por encima de las de uno. ¿Difícil? Mucho. Pero solamente de esta manera podemos darnos cuenta de lo que una relación con Dios significa.

Vivir arraigado y entregado a Cristo necesita de mucho valor, de mucho coraje y decisión. Es buscar a Cristo y apegarse a sus mandamientos. Creo que los tiempos que nos ha tocado vivir es tiempo de menos rencor y perdonar más, odiar menos y amar más, ser menos egoístas y compartir más, dejar de pensar solo en uno mismo y pensar más en los demás. Esto es lo que hizo Jesús. Nos amó, nos perdonó, nos enseñó y entregó su vida por nosotros. Hagamos lo mismo.

No llenemos la mente de doctrinas sin permitir que Cristo realmente reine en nuestras vidas. El Señor Jesús nos enseña que cuando visitamos al enfermo, al que está en la cárcel y damos de comer al hambriento y de beber al sediento y vestido al que está desnudo, en realidad se lo hacemos a Él. Entregue su vida a Él; viva en Él; arráiguese en Él y crezca en Él, y no deje de vivir agradecido de todas sus bendiciones. Eso, mi estimado amigo, es estar realmente cimentados y arraigados en Él.

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo andad en Él. Por ejemplo, Enoc y Noé caminaban con Dios (Génesis 5:22, 24; 6:9). Dios le dijo a Abraham, “anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1). El Salmista dijo, “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores” (Salmo 1:1). Dios juzgó a los israelitas por no caminar según sus estatutos – por no guardar sus leyes (Ezequiel 5:6-8)

Ahora la palabra de Dios nos dice que caminemos en Cristo, que nos unamos a Él, que vivamos como Cristo quiere que vivamos, que sigamos sus pasos, sus enseñanzas, eso es lo que le agrada a Dios.

El versículo añade “arraigados” Así como las plantas dependen de sus raíces para su nutrición y sostenimiento. Las raíces pueden estar bajo tierra, invisibles para el simple observador, pero son esenciales para el bienestar de la planta. Pero mucho también depende de la tierra en que las raíces están plantadas. Si la tierra tiene humedad y nutrientes, las raíces los extraen para alimentar la planta para que la planta pueda prosperar.

La palabra de Dios nos enseña que debemos preocuparnos por la tierra espiritual en la que nuestras raíces están plantadas. Es decir, que deben estar arraigadas a Cristo, cuyos recursos espirituales son literalmente infinitos.

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos

Dice en Colosenses 2:6 “Por eso , de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en Él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud”.

¿De qué sirve estudiar una carrera si finalmente se dedica a otra cosa? ¿De qué sirve prepararte para un maratón si no lo corres? De la misma manera no sirve de nada llenarnos de sabiduría y conocimiento de Cristo si no vivimos en Él y no somos edificado en Él. Todo ese aprendizaje debe ser trasladado a la acción, al cambio, a la transformación de la vida.

Vivir en Cristo, arraigado y edificado en Él, significa morir a uno mismo, a sus deseos, a sus ideas y poner primero las Suyas por encima de las de uno. ¿Difícil? Mucho. Pero solamente de esta manera podemos darnos cuenta de lo que una relación con Dios significa.

Vivir arraigado y entregado a Cristo necesita de mucho valor, de mucho coraje y decisión. Es buscar a Cristo y apegarse a sus mandamientos. Creo que los tiempos que nos ha tocado vivir es tiempo de menos rencor y perdonar más, odiar menos y amar más, ser menos egoístas y compartir más, dejar de pensar solo en uno mismo y pensar más en los demás. Esto es lo que hizo Jesús. Nos amó, nos perdonó, nos enseñó y entregó su vida por nosotros. Hagamos lo mismo.

No llenemos la mente de doctrinas sin permitir que Cristo realmente reine en nuestras vidas. El Señor Jesús nos enseña que cuando visitamos al enfermo, al que está en la cárcel y damos de comer al hambriento y de beber al sediento y vestido al que está desnudo, en realidad se lo hacemos a Él. Entregue su vida a Él; viva en Él; arráiguese en Él y crezca en Él, y no deje de vivir agradecido de todas sus bendiciones. Eso, mi estimado amigo, es estar realmente cimentados y arraigados en Él.

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo andad en Él. Por ejemplo, Enoc y Noé caminaban con Dios (Génesis 5:22, 24; 6:9). Dios le dijo a Abraham, “anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1). El Salmista dijo, “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores” (Salmo 1:1). Dios juzgó a los israelitas por no caminar según sus estatutos – por no guardar sus leyes (Ezequiel 5:6-8)

Ahora la palabra de Dios nos dice que caminemos en Cristo, que nos unamos a Él, que vivamos como Cristo quiere que vivamos, que sigamos sus pasos, sus enseñanzas, eso es lo que le agrada a Dios.

El versículo añade “arraigados” Así como las plantas dependen de sus raíces para su nutrición y sostenimiento. Las raíces pueden estar bajo tierra, invisibles para el simple observador, pero son esenciales para el bienestar de la planta. Pero mucho también depende de la tierra en que las raíces están plantadas. Si la tierra tiene humedad y nutrientes, las raíces los extraen para alimentar la planta para que la planta pueda prosperar.

La palabra de Dios nos enseña que debemos preocuparnos por la tierra espiritual en la que nuestras raíces están plantadas. Es decir, que deben estar arraigadas a Cristo, cuyos recursos espirituales son literalmente infinitos.

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

José Andrés Pimentel M. | Pastor, Estudios teológicos