/ miércoles 6 de febrero de 2019

Asombro y amor

Caminar por la vida petrificado, abrazado del “yoegoísta”, sometido por la dictadura de la tirana rutina, es permitir que losaños pasen, mientras nuestros ojos ven la vida a través del cristal roto quedistorsiona la realidad,quitándole elbrillo a una puesta de sol, a la majestuosidad de una luna llena, a la bellezade una flor, a la sonrisa de un bebé, al deleite de un buen libro, a la bellezade un nuevo amanecer. Ese cristal roto hace que todo sea “evidente”, nos haceperder la capacidad de asombro.

Tenemos nuestra vida tan ocupada en cosas tanimportantes como tener dinero, éxito, fama, posición social, apariencia física,que nuestra capacidad de asombro se disipa y dejamos a un lado lo queverdaderamente importa: “el amor”. Nos hemos convertido en animales precoces,vivimos de apetencias, de impulsos, de momentos, de caprichos que se pierden enlas arenas de la inmediatez, en la efervescencia de un ego insaciable y caduco,que nos impide ver lo mejor de los demás y lo mejor de la vida.

Cuando no somos capaces de asombrarnos, nos negamos adar el primer paso,para comprender quela vida es un constante enamoramiento, para dejar que la reflexión y lacontemplacióngerminen en nuestro ser,dando paso a la capacidad de adaptación en un entorno cambiante. Hacer lascosas con amor, es abrazarse al árbol frondoso del asombro, que nos permitedejar que la curiosidad juegue libre,para poder anhelar nuevos horizontes, más allá de nuestro ámbito deseguridad.

Con el paso de los años, no sólo se atrofian nuestrocerebro, músculos y huesos, también nuestra capacidad de asombro se daña. Lascosas cotidianas se convierten en rutina, el amor no escapa a tan mal hábito,por ello se nos olvida abrazar a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros seresqueridos, suponemos que ellos saben que los queremos, dejamos de sorprenderloscon detalles, con gestos, dejamos de decirles que los queremos.

La humildad es el principio ineludible para comprenderque el amor absoluto no existe, para permitirque nuestro amor de padres, hermanos, hijos, amigos y de pareja crezcatodos los días,es necesario alimentarlodiariamente,sorprendiendoal ser querido, usando la imaginación pararegalar a cada momento pequeños detalles que mantengan despierta su capacidad deasombrarse; una sonrisa, un beso, una caricia, una flor, un poema, una llamada,un te quiero, tal vez un te amo, son pequeños grandes detalles que fortalecenal amor.

Cuando se pierde la capacidad de asombro se termina lavida y se comienza asobrevivir. Cuandoel amor se llena de polvo, de óxido, y de sombras, termina por dejar de seramor, para convertirse simplemente en rutina. Esentonces el momentopara usar lacreatividad, la alegría y el sano deseo, para llamar la atención ydespertar el asombro del ser querido, no olvidemos que el amora sí mismo y el amor por las demás personas,es lo que realmente importa. Sorprende a los demás y terminarás descubriendo elamor que hay en ti.

leon7dg@hotmail.com


Caminar por la vida petrificado, abrazado del “yoegoísta”, sometido por la dictadura de la tirana rutina, es permitir que losaños pasen, mientras nuestros ojos ven la vida a través del cristal roto quedistorsiona la realidad,quitándole elbrillo a una puesta de sol, a la majestuosidad de una luna llena, a la bellezade una flor, a la sonrisa de un bebé, al deleite de un buen libro, a la bellezade un nuevo amanecer. Ese cristal roto hace que todo sea “evidente”, nos haceperder la capacidad de asombro.

Tenemos nuestra vida tan ocupada en cosas tanimportantes como tener dinero, éxito, fama, posición social, apariencia física,que nuestra capacidad de asombro se disipa y dejamos a un lado lo queverdaderamente importa: “el amor”. Nos hemos convertido en animales precoces,vivimos de apetencias, de impulsos, de momentos, de caprichos que se pierden enlas arenas de la inmediatez, en la efervescencia de un ego insaciable y caduco,que nos impide ver lo mejor de los demás y lo mejor de la vida.

Cuando no somos capaces de asombrarnos, nos negamos adar el primer paso,para comprender quela vida es un constante enamoramiento, para dejar que la reflexión y lacontemplacióngerminen en nuestro ser,dando paso a la capacidad de adaptación en un entorno cambiante. Hacer lascosas con amor, es abrazarse al árbol frondoso del asombro, que nos permitedejar que la curiosidad juegue libre,para poder anhelar nuevos horizontes, más allá de nuestro ámbito deseguridad.

Con el paso de los años, no sólo se atrofian nuestrocerebro, músculos y huesos, también nuestra capacidad de asombro se daña. Lascosas cotidianas se convierten en rutina, el amor no escapa a tan mal hábito,por ello se nos olvida abrazar a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros seresqueridos, suponemos que ellos saben que los queremos, dejamos de sorprenderloscon detalles, con gestos, dejamos de decirles que los queremos.

La humildad es el principio ineludible para comprenderque el amor absoluto no existe, para permitirque nuestro amor de padres, hermanos, hijos, amigos y de pareja crezcatodos los días,es necesario alimentarlodiariamente,sorprendiendoal ser querido, usando la imaginación pararegalar a cada momento pequeños detalles que mantengan despierta su capacidad deasombrarse; una sonrisa, un beso, una caricia, una flor, un poema, una llamada,un te quiero, tal vez un te amo, son pequeños grandes detalles que fortalecenal amor.

Cuando se pierde la capacidad de asombro se termina lavida y se comienza asobrevivir. Cuandoel amor se llena de polvo, de óxido, y de sombras, termina por dejar de seramor, para convertirse simplemente en rutina. Esentonces el momentopara usar lacreatividad, la alegría y el sano deseo, para llamar la atención ydespertar el asombro del ser querido, no olvidemos que el amora sí mismo y el amor por las demás personas,es lo que realmente importa. Sorprende a los demás y terminarás descubriendo elamor que hay en ti.

leon7dg@hotmail.com