/ miércoles 29 de abril de 2020

Arte en Tiempos de Crisis

“La tarea no era escribir poemas ni pintar cuadros; la tarea era hacer de la vida misma una obra de arte y los restos triturados de esa tarea cubren el mundo como si fueran los escombros de una batalla cósmica que se ha perdido. Esos restos son el arte posible; aquella infinidad de poemas, de sinfonías, de cuadros y frescos que desde los cantos homéricos hasta el Guernica de Picasso, repletan los muros y las bóvedas de los museos, las bibliotecas y librerías, las salas de conciertos, y que como pájaros carroñeros incontables artistas, poetas, compositores, van recogiendo y firmando con sus nombres como si cada uno de esos restos no fuera el testimonio más indesmentible de una batalla innumerables veces perdida. Yo no hubiese querido escribir poemas, lo que hubiese querido es que no existiesen gran parte de las razones que llevan a los seres humanos a escribir poemas.” Raúl Zurita, lanza esta reflexión al recibir el Premio Cervantes.

En épocas de pandemia, de crisis económica, de cambios en la forma de vida, todos tenemos nuestras preocupaciones brotando por los poros de la piel. Resulta que un virus pone en evidencia las desigualdades sociales, la inestabilidad económica y la incapacidad del gobierno para hacer un buen manejo de la contingencia. No estoy hablando de México, el mundo entero ve colapsar los sistemas de salud pública y el orden económico con la caída de la mezcla crudo de petróleo afectado.

La incertidumbre es el pan nuestro de cada día y la paciencia una de las virtudes más necesarias para transitar con dignidad este periodo.

Entonces, el arte se convierte en una memoria de las grandes desgracias humanas, convirtiendo las emociones en un lenguaje universal plasmado a través de cualquier forma de expresión artística.

La tarea es hacer arte la vida misma. En medio de esta incertidumbre que nos acecha. El posible caos que se avecina, el panorama es poco alentador.

Y de nuevo me remito a Zurita: “En un mundo de víctimas y victimarios la poesía es la esperanza de lo que no tiene esperanza, es la posibilidad de lo que no tiene absolutamente ninguna posibilidad, es el amor de lo que no tiene amor. Quemada en ciudades que siguen ardiendo para siempre, triturada en sagas que jamás debieron haber existido, en cantos que nunca debieron haber sido cantados, en tragedias que debieron evitarse, la poesía ha sido mi militancia en la construcción del Paraíso, aunque absolutamente todas las evidencias que tenemos a mano nos indiquen que ese propósito es una locura.”

El arte es el bálsamo sanador que necesitamos, por que la humanidad es una serie de tragedias concatenadas y a pesar de ello sigue vigente. No, nos hemos extinto. En nuestro paso por la tierra el arte se ha convertido en la evidencia misma de la existencia humana sobre la faz de este hermoso planeta.

Vivir implica convertirnos en artistas. Vivir implica disfrutar el arte que parece tan lejano, y reconocernos en él, como memoria de batallas y de victorias.


“La tarea no era escribir poemas ni pintar cuadros; la tarea era hacer de la vida misma una obra de arte y los restos triturados de esa tarea cubren el mundo como si fueran los escombros de una batalla cósmica que se ha perdido. Esos restos son el arte posible; aquella infinidad de poemas, de sinfonías, de cuadros y frescos que desde los cantos homéricos hasta el Guernica de Picasso, repletan los muros y las bóvedas de los museos, las bibliotecas y librerías, las salas de conciertos, y que como pájaros carroñeros incontables artistas, poetas, compositores, van recogiendo y firmando con sus nombres como si cada uno de esos restos no fuera el testimonio más indesmentible de una batalla innumerables veces perdida. Yo no hubiese querido escribir poemas, lo que hubiese querido es que no existiesen gran parte de las razones que llevan a los seres humanos a escribir poemas.” Raúl Zurita, lanza esta reflexión al recibir el Premio Cervantes.

En épocas de pandemia, de crisis económica, de cambios en la forma de vida, todos tenemos nuestras preocupaciones brotando por los poros de la piel. Resulta que un virus pone en evidencia las desigualdades sociales, la inestabilidad económica y la incapacidad del gobierno para hacer un buen manejo de la contingencia. No estoy hablando de México, el mundo entero ve colapsar los sistemas de salud pública y el orden económico con la caída de la mezcla crudo de petróleo afectado.

La incertidumbre es el pan nuestro de cada día y la paciencia una de las virtudes más necesarias para transitar con dignidad este periodo.

Entonces, el arte se convierte en una memoria de las grandes desgracias humanas, convirtiendo las emociones en un lenguaje universal plasmado a través de cualquier forma de expresión artística.

La tarea es hacer arte la vida misma. En medio de esta incertidumbre que nos acecha. El posible caos que se avecina, el panorama es poco alentador.

Y de nuevo me remito a Zurita: “En un mundo de víctimas y victimarios la poesía es la esperanza de lo que no tiene esperanza, es la posibilidad de lo que no tiene absolutamente ninguna posibilidad, es el amor de lo que no tiene amor. Quemada en ciudades que siguen ardiendo para siempre, triturada en sagas que jamás debieron haber existido, en cantos que nunca debieron haber sido cantados, en tragedias que debieron evitarse, la poesía ha sido mi militancia en la construcción del Paraíso, aunque absolutamente todas las evidencias que tenemos a mano nos indiquen que ese propósito es una locura.”

El arte es el bálsamo sanador que necesitamos, por que la humanidad es una serie de tragedias concatenadas y a pesar de ello sigue vigente. No, nos hemos extinto. En nuestro paso por la tierra el arte se ha convertido en la evidencia misma de la existencia humana sobre la faz de este hermoso planeta.

Vivir implica convertirnos en artistas. Vivir implica disfrutar el arte que parece tan lejano, y reconocernos en él, como memoria de batallas y de victorias.