/ jueves 27 de septiembre de 2018

Amor, no violencia

Amor, es un palabra tan fácil de pronunciar y tan común, que nos es muy sencillo encontrarla en cualquier conversación, en cualquier escrito o mensaje, pero que en ocasiones nos resulta tan difícil de entender y sobre todo cumplir, lo que en esencia representa.

A diario mencionamos la palabra  amor, lo hacemos como una trivialidad que encierra una forma de cumplir con una costumbre, pero quién o quiénes realmente sentimos, experimentamos y practicamos ese amor que pronuncian nuestros labios. Las palabras son sonidos que tienen alas, que se pierden en la inmensidad de nuestro universo, por eso el amor debe sentirse como una caricia, que encuentra manifestación y reacción en quien se dice amado. Para lograr eso, es necesario despojarse de los más vanos prejuicios, para poder entregar sin condición todo de sí, sin el más mínimo interés de recibir una recompensa por aquello que se da con plena voluntad. El verdadero amor es una fuente interminable de virtudes, que se derrama en propios y extraños, la mente y el corazón se hacen cómplices inseparables, para compartirlo con aquel que lo pide, que lo necesita y que sobre todo lo merece.

  Para algunos el amor es un juego perverso, que se envuelve en los brazos de la hipocresía, otros más creen o dicen sentir amor movidos solo por los espejos de la conveniencia,  intentan invertir el sentido y solo piensan en recibir, en merecer, en disponer de algo que no son capaces de dar, la inmediatez es una característica infalible de un egoísmo perverso, se olvidan que el amor es simplemente dar, dar sin límite en el tiempo.   

   Pero nadie es capaz de dar aquello que no tiene, una frase  que expresa bellos conceptos de amor, que es pronunciada por unos labios que tienen un corazón vacío, es un vituperio, una farsa, una burla. La traición es el paso ineludible, el castillo que no tiene cimientos sólidos, termina por derrumbarse con el primer viento que genera la duda.

   Por el contrario, cuando el amor encuentra en la sinceridad el más sólido cimiento, genera una conmoción interna que hace vibrar la más recóndita fibra del cuerpo, la sangre entra en una efervescencia, que encuentra comparación con un volcán en erupción, que no tiene forma de ser contenido, ni evitado bajo ninguna circunstancia, simplemente sucede, se da. Permitiendo que florezca en una sensación de plenitud, de satisfacción, de alegría, que sólo pueda entenderse como una oportunidad de vivir en ese paraíso, que el más romántico poeta pueda describir en su mejor obra.   

   El amor es una condición humana que se reproduce exponencialmente, para ello es necesario aprender a darlo, a predicarlo, a hacerlo sentir en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Que nuestros labios se acostumbren a pronunciarlo, nuestros ojos se acostumbran a reflejarlo, nuestro cuerpo se acostumbre a hacerlo sentir y que nuestras obras sean lo suficientemente buenas, para que el ser amado pueda olerlo y escucharlo en cualquier momento.

   El amor es la esencia del ser humano, el amor es una afirmación que encuentra eco en el presente, añoranza en el pasado y fe en el futuro. Por ello el amor no tiene espacio para la traición, para el engaño, el amor sólo tiene espacio para más amor.

  Que sea el amor el vínculo que nos permita vivir en una sociedad mejor, más armónica, más justa, más humana, que sea el amor el escaparate donde encontremos los valores, como el máximo aliciente de sana convivencia. Dejemos la violencia a un lado y encontremos en el amor el mejor camino para hacer esta travesía maravillosa tan corta, pero tan bella, llamada vida.

leon7dg@hotmail.com

Amor, es un palabra tan fácil de pronunciar y tan común, que nos es muy sencillo encontrarla en cualquier conversación, en cualquier escrito o mensaje, pero que en ocasiones nos resulta tan difícil de entender y sobre todo cumplir, lo que en esencia representa.

A diario mencionamos la palabra  amor, lo hacemos como una trivialidad que encierra una forma de cumplir con una costumbre, pero quién o quiénes realmente sentimos, experimentamos y practicamos ese amor que pronuncian nuestros labios. Las palabras son sonidos que tienen alas, que se pierden en la inmensidad de nuestro universo, por eso el amor debe sentirse como una caricia, que encuentra manifestación y reacción en quien se dice amado. Para lograr eso, es necesario despojarse de los más vanos prejuicios, para poder entregar sin condición todo de sí, sin el más mínimo interés de recibir una recompensa por aquello que se da con plena voluntad. El verdadero amor es una fuente interminable de virtudes, que se derrama en propios y extraños, la mente y el corazón se hacen cómplices inseparables, para compartirlo con aquel que lo pide, que lo necesita y que sobre todo lo merece.

  Para algunos el amor es un juego perverso, que se envuelve en los brazos de la hipocresía, otros más creen o dicen sentir amor movidos solo por los espejos de la conveniencia,  intentan invertir el sentido y solo piensan en recibir, en merecer, en disponer de algo que no son capaces de dar, la inmediatez es una característica infalible de un egoísmo perverso, se olvidan que el amor es simplemente dar, dar sin límite en el tiempo.   

   Pero nadie es capaz de dar aquello que no tiene, una frase  que expresa bellos conceptos de amor, que es pronunciada por unos labios que tienen un corazón vacío, es un vituperio, una farsa, una burla. La traición es el paso ineludible, el castillo que no tiene cimientos sólidos, termina por derrumbarse con el primer viento que genera la duda.

   Por el contrario, cuando el amor encuentra en la sinceridad el más sólido cimiento, genera una conmoción interna que hace vibrar la más recóndita fibra del cuerpo, la sangre entra en una efervescencia, que encuentra comparación con un volcán en erupción, que no tiene forma de ser contenido, ni evitado bajo ninguna circunstancia, simplemente sucede, se da. Permitiendo que florezca en una sensación de plenitud, de satisfacción, de alegría, que sólo pueda entenderse como una oportunidad de vivir en ese paraíso, que el más romántico poeta pueda describir en su mejor obra.   

   El amor es una condición humana que se reproduce exponencialmente, para ello es necesario aprender a darlo, a predicarlo, a hacerlo sentir en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Que nuestros labios se acostumbren a pronunciarlo, nuestros ojos se acostumbran a reflejarlo, nuestro cuerpo se acostumbre a hacerlo sentir y que nuestras obras sean lo suficientemente buenas, para que el ser amado pueda olerlo y escucharlo en cualquier momento.

   El amor es la esencia del ser humano, el amor es una afirmación que encuentra eco en el presente, añoranza en el pasado y fe en el futuro. Por ello el amor no tiene espacio para la traición, para el engaño, el amor sólo tiene espacio para más amor.

  Que sea el amor el vínculo que nos permita vivir en una sociedad mejor, más armónica, más justa, más humana, que sea el amor el escaparate donde encontremos los valores, como el máximo aliciente de sana convivencia. Dejemos la violencia a un lado y encontremos en el amor el mejor camino para hacer esta travesía maravillosa tan corta, pero tan bella, llamada vida.

leon7dg@hotmail.com