La actualización del TLCAN partió de la inconformidad de Donald Trump para favorecer más los intereses del vecino país. Su objetivo era eliminar los déficits comerciales con México y Canadá en algunos sectores, los cuales fueron de hasta 64,000 millones, pero sin tocar los que sí los habían favorecido como el sector agroalimentario y otros más.
Antecedió “Que las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, argumentó y amagó diciendo que “es posible que si fracasa el TLC trilateral, habría acuerdos bilaterales, ya sea con México ó Canadá”. Así, en un ambiente intimidante mintió a los canadienses y los hizo retirarse temporalmente; en tanto, a los mexicanos les impuso aranceles de hasta el 25% en el caso del acero y 10% en el del aluminio, lo cual fue a parar en la OMC por medidas proteccionistas que violaban reglas; dicha controversia puede durar hasta 2 años de litigio por parte del Órgano de Solución de diferencias.
Veinte de treinta capítulos a tratar del nuevo acuerdo, han sido cubiertos. En los últimos cabildeos se le dio puerta abierta a Jared kushner, multimillonario yerno de Trump. Las negociaciones están en la recta final y se han desarrollado con más dificultades que soluciones.
Se pensaba lograr un pacto definitivo antes de las elecciones, después antes de que terminara el mes de agosto; finalmente, antes de que el actual gobierno de México entregue. Por último Jesús Seade se integró como el actual representante del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Quedan temas críticos por resolver ,como el del sector automotriz, donde exponen que las propuestas de USA son inaceptables y son un lastre para la competitividad del sector en México. Pero Trump ya se pronunció diciendo que habría grandes noticias también para este sector en Estados Unidos. Así ha ido desarrollándose la nueva colonización, avanzando activamente toda vez que seguido nos representan funcionarios adoradores del becerro de oro. SIC.