/ lunes 25 de abril de 2022

Acompañado de un Café | ¡Yupi! Soy libre en mi casa

Aquí es donde le y me digo que soy problemático según mis detractores, lo que me da un gustazo enorme, porque en verdad no quiero imitarlos en sus malas mañas, y es que una persona me dijo que se la pelaba todo el mundo, en su casa, nadie se mete y su derecho es único y que nadie, absolutamente nadie, tenía porque decirle algo de cualquier cosa que le incomode, y su opinión es la única, lo que no discuto, más me señaló con énfasis de manera de huevo, que otro vecino y escritor de columna como yo, le había dicho que estaba preso en su misma casa, y sin cadenas ni candados, libre como el viento.

A lo que se rio a carcajadas, tomando en cuenta que era en su casa, y nadie sabía ni debía meterse, pero es donde la quina destuerce el rabo, porque ya no se puede viajar a partes alejadas ni cercanas, como ir de paseo al Valle, o al Ojo de Dolores, por lo inseguro y peligroso del viaje, o al sur del país porque la probabilidad de asalto a lo menos o muerte, es más seguro no salir de casa, pero ¿Cuánto tiempo encerrado?, ¿Qué disfrutaré de la naturaleza?, lo que me orilla a pensar que estoy encerrado en mi propia casa, sin estorbarle a los malandros ni a los grillos hambrientos, y así transcurre una vida llena de libertades y derechos bien escritos, sólidos, pero ese tiempo mío, pues no sé dónde ira a terminar, ni me interesa, en mi casa mando yo.

Pero analizando esto, la libertad de pensamiento se ve encerrada en cuatro paredes, propias, pero encerrada, y la libertad de tránsito, que costó vidas en las guerras y revoluciones se la pasan por ahí, y todavía lo regañan a uno, lo que es cómico, los fregados se espantan de los encerrados, y así de manera risueña, no pasa nada, ni libertad, ni gozo, ni paseos, ni turistear, pero eso sí, hinchado como cócono en un corralito.

Los jóvenes se arriesgan a salir porque nos gritan que no van a pasar encerrados toda la vida, y salen a todos lados, pero en los de peligro, lo evitan en silencio y sigue la procesión o decir la vida, con restricciones, pero en libertad, o no sé si llamarlo a eso así.

Los hambrientos de poder prometen arreglar eso, y es cíclico, pero las estadísticas de muertes y asaltos va en aumento, y respeto a los que viven de estadísticas, en el papel son impresionantes, pero en la calle, no sirve para nada, y no pasa nada, no se meta en problemas, y es lo correcto, pero respeto su derecho en su casa, es más, me importa un pepino rebanado, pero sueño en la libertad de antes, de salir a mi voluntad y derecho, de gozar la vida, y si de sueños se vive, pues ni modo, pero estamos avanzando, no sé a dónde, pero para allá vamos.


Víctor Santini Reza | Aspirante a Doctorado en Educación

Aquí es donde le y me digo que soy problemático según mis detractores, lo que me da un gustazo enorme, porque en verdad no quiero imitarlos en sus malas mañas, y es que una persona me dijo que se la pelaba todo el mundo, en su casa, nadie se mete y su derecho es único y que nadie, absolutamente nadie, tenía porque decirle algo de cualquier cosa que le incomode, y su opinión es la única, lo que no discuto, más me señaló con énfasis de manera de huevo, que otro vecino y escritor de columna como yo, le había dicho que estaba preso en su misma casa, y sin cadenas ni candados, libre como el viento.

A lo que se rio a carcajadas, tomando en cuenta que era en su casa, y nadie sabía ni debía meterse, pero es donde la quina destuerce el rabo, porque ya no se puede viajar a partes alejadas ni cercanas, como ir de paseo al Valle, o al Ojo de Dolores, por lo inseguro y peligroso del viaje, o al sur del país porque la probabilidad de asalto a lo menos o muerte, es más seguro no salir de casa, pero ¿Cuánto tiempo encerrado?, ¿Qué disfrutaré de la naturaleza?, lo que me orilla a pensar que estoy encerrado en mi propia casa, sin estorbarle a los malandros ni a los grillos hambrientos, y así transcurre una vida llena de libertades y derechos bien escritos, sólidos, pero ese tiempo mío, pues no sé dónde ira a terminar, ni me interesa, en mi casa mando yo.

Pero analizando esto, la libertad de pensamiento se ve encerrada en cuatro paredes, propias, pero encerrada, y la libertad de tránsito, que costó vidas en las guerras y revoluciones se la pasan por ahí, y todavía lo regañan a uno, lo que es cómico, los fregados se espantan de los encerrados, y así de manera risueña, no pasa nada, ni libertad, ni gozo, ni paseos, ni turistear, pero eso sí, hinchado como cócono en un corralito.

Los jóvenes se arriesgan a salir porque nos gritan que no van a pasar encerrados toda la vida, y salen a todos lados, pero en los de peligro, lo evitan en silencio y sigue la procesión o decir la vida, con restricciones, pero en libertad, o no sé si llamarlo a eso así.

Los hambrientos de poder prometen arreglar eso, y es cíclico, pero las estadísticas de muertes y asaltos va en aumento, y respeto a los que viven de estadísticas, en el papel son impresionantes, pero en la calle, no sirve para nada, y no pasa nada, no se meta en problemas, y es lo correcto, pero respeto su derecho en su casa, es más, me importa un pepino rebanado, pero sueño en la libertad de antes, de salir a mi voluntad y derecho, de gozar la vida, y si de sueños se vive, pues ni modo, pero estamos avanzando, no sé a dónde, pero para allá vamos.


Víctor Santini Reza | Aspirante a Doctorado en Educación