/ lunes 8 de agosto de 2022

Acompañado de un Café | Sequía

Este hecho de la naturaleza es muy frecuente en muchos lugares, pero el ser humano, nos hemos vuelto cómodos esperando las lluvias para vivir, y de manera metódica, pero no en todos los países, ya que, si hay gente interesada en la producción de la tierra, y la cuida con esmero, con un amor muy interesante, y esto es de todos sabido, no sólo por los libros, por la familia de un modo o de otro.

Hay civilizaciones antiguas que dejaron rastro de su manera de sembrar y combatir el hambre del pueblo, y hasta la fecha muchas funcionan de manera eficiente, sin tanto gasto de energía, y de manera ecológica, sustentada, para que se use por tiempo indefinido, que en verdad de resultado.

Aquí sucede algo tristemente interesante, el tiempo, porque ha pasado mucho, nos hacemos viejos y pensamos que el supermercado es la naturaleza, por encontrar los satisfactores para la vida, como comida principalmente, y despegándose del verdadero origen, que es nuestra casa, la de todos, la naturaleza, la cual estamos destruyendo para dominar a los humanos, sin ver el daño colateral así mismo.

Creo que se requieren amantes de la tierra, verdaderos estadistas, no temporales, de paso, porque son una verdadera plaga para la sociedad, y que tampoco han dejado rastros como las civilizaciones antiguas, duraderas y visibles, no en papel y estadísticas, números vacíos, porque 100 kilos de carne de res, en un papel, no pesan esos cien quilos, ni saben siquiera.

Pero la sequía no solo pega al campo, también a los monstruos de ciudades que absorben cantidades estratosféricas, del vital líquido, y muchos carecen o carecemos de la continuidad del abastecimiento de agua, pero por las cantidades, y medios de conducción, incluyendo costos, y eficiencia del servicio, que, en mi tierra, ha sido arma política de nunca acabar, todos prometen resolverlo, pero solo nos la meten, la promesa de hacerlo, cual ilusos, aplaudimos esta farsa temporal.

Pero la astucia humana es tal, que, si opinamos, nos atacan señalándonos como los que hacemos problema a sus mañas, no a sus eficiencias, porque si hay agua, pues nadie hablamos, pero si vemos la falla, pues es derecho decirlo, les guste o no, y eso de, ya déjalos (pero con voz chiple), pero el problema sigue, y esos oportunistas volverán a prometer y los ingenuos a creerles y votar por esos, y los servicios, pues ni rastro de ello.

Pero los ciclos repetitivos son también orgullo humano, y generaciones se han ido, pero el problema más agudo, más las soluciones brillan por su ausencia, hasta un vivales que la retome para beber de nuevo del poder.


Víctor Santini Reza | Aspirante a Doctor en Educación

Este hecho de la naturaleza es muy frecuente en muchos lugares, pero el ser humano, nos hemos vuelto cómodos esperando las lluvias para vivir, y de manera metódica, pero no en todos los países, ya que, si hay gente interesada en la producción de la tierra, y la cuida con esmero, con un amor muy interesante, y esto es de todos sabido, no sólo por los libros, por la familia de un modo o de otro.

Hay civilizaciones antiguas que dejaron rastro de su manera de sembrar y combatir el hambre del pueblo, y hasta la fecha muchas funcionan de manera eficiente, sin tanto gasto de energía, y de manera ecológica, sustentada, para que se use por tiempo indefinido, que en verdad de resultado.

Aquí sucede algo tristemente interesante, el tiempo, porque ha pasado mucho, nos hacemos viejos y pensamos que el supermercado es la naturaleza, por encontrar los satisfactores para la vida, como comida principalmente, y despegándose del verdadero origen, que es nuestra casa, la de todos, la naturaleza, la cual estamos destruyendo para dominar a los humanos, sin ver el daño colateral así mismo.

Creo que se requieren amantes de la tierra, verdaderos estadistas, no temporales, de paso, porque son una verdadera plaga para la sociedad, y que tampoco han dejado rastros como las civilizaciones antiguas, duraderas y visibles, no en papel y estadísticas, números vacíos, porque 100 kilos de carne de res, en un papel, no pesan esos cien quilos, ni saben siquiera.

Pero la sequía no solo pega al campo, también a los monstruos de ciudades que absorben cantidades estratosféricas, del vital líquido, y muchos carecen o carecemos de la continuidad del abastecimiento de agua, pero por las cantidades, y medios de conducción, incluyendo costos, y eficiencia del servicio, que, en mi tierra, ha sido arma política de nunca acabar, todos prometen resolverlo, pero solo nos la meten, la promesa de hacerlo, cual ilusos, aplaudimos esta farsa temporal.

Pero la astucia humana es tal, que, si opinamos, nos atacan señalándonos como los que hacemos problema a sus mañas, no a sus eficiencias, porque si hay agua, pues nadie hablamos, pero si vemos la falla, pues es derecho decirlo, les guste o no, y eso de, ya déjalos (pero con voz chiple), pero el problema sigue, y esos oportunistas volverán a prometer y los ingenuos a creerles y votar por esos, y los servicios, pues ni rastro de ello.

Pero los ciclos repetitivos son también orgullo humano, y generaciones se han ido, pero el problema más agudo, más las soluciones brillan por su ausencia, hasta un vivales que la retome para beber de nuevo del poder.


Víctor Santini Reza | Aspirante a Doctor en Educación