/ lunes 19 de julio de 2021

Acompañado de un café | Entre licenciado en derecho y abogado

Este tema puede molestar a muchos ciudadanos y no los culpo, pero es importante para algunos esta diferencia aparentemente muy sencilla, pero difícil de entender, y más como estamos actualmente y los cambios sociales tan extremos que propician los intereses de todo tipo, sexuales, económicos, políticos, familiares y hasta de vecinos.

Muchos toman la carrera como patente de enriquecimiento y estamos a la luz pública y lo que se hace como maña, repercute en la sociedad, y en las familias, y muchos resentidos, pero hay un aspecto menos conocido, hasta romántico para pocos y ridículo para muchos, sujetándome a las pruebas, y en verdad la vida misma.

Muchos se equiparan a ser licenciados en derecho y por lo tanto ordenar y opinar sobre todo cuando no están los demás, con aires de sabiduría, pero escases de experiencias, y llevan la carrera es decir al gremio a entredichos muy lastimosos.

Aunque hay un arancel de cobros, se hace a veces por actitudes de sentirse diferentes, aunque el derecho sea el mismo, lo que equivale a competir con actitudes, y enemigos muy peligrosos, lo que se ve actualmente en varios problemas de escala social muy evidente.

Pero por un momento, vea al que realiza su labor, y realiza un trabajo decoroso y protege a su cliente, sin venderlo o sacarle ventaja con la contraparte, y perjudicar la situación jurídica de la persona, familia, bienes.

Pero en este inter vea al particular que comprar al licenciado en derecho de su oponente y con esto gana o daña, lo que es en principio, real, y la justicia divina, tarda, pero no olvida, tanto a su rival, como la familia propia.

El defensor que siente que tenía muchos elementos para salir adelante y que paga la persona con cárcel, sin culpabilidad total o parcial, con impacto en sí mismo y su familia, que en ocasiones llega a tener hambre por no tener el sustento debido.

Hay ratas blancas de cola más larga, se lo aseguro, y lea Isaías 5, o Levítico, y comprenderá lo de la justicia divina, mal haya el que, de justicia por dinero, y por lo más sagrado, se paga, y cuando menos se quiera o piense, todos, y por parejo.

La verdad me inquieta la falta de visión de muchos profesionales del gremio, pero no los culpo, los veteranos ocasionamos muchos de esos males, y ellos nos han ido superando en lo negativo, porque en lo positivo, la sociedad se ha encargado de poneros en evidencia.

Maestro en derecho penal

Este tema puede molestar a muchos ciudadanos y no los culpo, pero es importante para algunos esta diferencia aparentemente muy sencilla, pero difícil de entender, y más como estamos actualmente y los cambios sociales tan extremos que propician los intereses de todo tipo, sexuales, económicos, políticos, familiares y hasta de vecinos.

Muchos toman la carrera como patente de enriquecimiento y estamos a la luz pública y lo que se hace como maña, repercute en la sociedad, y en las familias, y muchos resentidos, pero hay un aspecto menos conocido, hasta romántico para pocos y ridículo para muchos, sujetándome a las pruebas, y en verdad la vida misma.

Muchos se equiparan a ser licenciados en derecho y por lo tanto ordenar y opinar sobre todo cuando no están los demás, con aires de sabiduría, pero escases de experiencias, y llevan la carrera es decir al gremio a entredichos muy lastimosos.

Aunque hay un arancel de cobros, se hace a veces por actitudes de sentirse diferentes, aunque el derecho sea el mismo, lo que equivale a competir con actitudes, y enemigos muy peligrosos, lo que se ve actualmente en varios problemas de escala social muy evidente.

Pero por un momento, vea al que realiza su labor, y realiza un trabajo decoroso y protege a su cliente, sin venderlo o sacarle ventaja con la contraparte, y perjudicar la situación jurídica de la persona, familia, bienes.

Pero en este inter vea al particular que comprar al licenciado en derecho de su oponente y con esto gana o daña, lo que es en principio, real, y la justicia divina, tarda, pero no olvida, tanto a su rival, como la familia propia.

El defensor que siente que tenía muchos elementos para salir adelante y que paga la persona con cárcel, sin culpabilidad total o parcial, con impacto en sí mismo y su familia, que en ocasiones llega a tener hambre por no tener el sustento debido.

Hay ratas blancas de cola más larga, se lo aseguro, y lea Isaías 5, o Levítico, y comprenderá lo de la justicia divina, mal haya el que, de justicia por dinero, y por lo más sagrado, se paga, y cuando menos se quiera o piense, todos, y por parejo.

La verdad me inquieta la falta de visión de muchos profesionales del gremio, pero no los culpo, los veteranos ocasionamos muchos de esos males, y ellos nos han ido superando en lo negativo, porque en lo positivo, la sociedad se ha encargado de poneros en evidencia.

Maestro en derecho penal