/ sábado 24 de agosto de 2019

A PREMEDITACIONES, NO CLAXON

15 o 16 años atrás, de los 18 de relativa convivencia en el sector, empezó la discordia. Terceros le inculcaron al hasta entonces menos maleado proveedor -quiero creer- métodos para interponer barreras infranqueables. Meros intereses oscuros afectados por un trabajo dedicado a la denuncia pública de autoridades incongruentes, gobiernos y círculos de poder, hicieron escalar hasta alta peligrosidad para el más débil y menos culpable. El 12 de marzo de 2015, a las 07:05 am, el pacho conduciendo su pick-up negra, se acercaba por la 32 con vía libre al cruce de Terrazas. Yo, por esta última regresaba en mi bici. Llegué e hice alto en la 32. Él, con celular en mano, por la ventanilla de su poderosa, dirigió su vista al dispositivo que, desde siempre, cargo a diario. Sacó su lengua a la vídeo grabadora y con vía libre volteó a la derecha. Pudo alejarse del lugar, pero intentó borrar su frustración de acorralarme en mi bici en acople con el asterisco maquilero y mi dispositivo lo espantó. Antes, intenté convencerle de actuar como gente madura; que, si tenía queja contra mí, me acusara ante la ley. A lo primero contestó: ¿y tu perro, perrito?; a lo otro me dijo que él tenía su propia Ley. Aún exhibía afuera de su despacho, el poster gigante del fugitivo”.


Recordé: desde 16 años atrás me bloquea el frente de su negocio, por ejercer derecho al libre tránsito. El berrinchudo Jr. que sólo desarrolló su físico; le exigía: ¡Papá, papá! “que ya no pasen por aquí”; él, lo calló. Cuestionó mi señalamiento con un: “y tú, perro, perito” y renovó su amenaza: “si vuelves a pasar por ahí, te voy a chingar”. Demostró que, sin buscar tiene alianza con los señalados entre las peores policías del mundo; especializados en fabricar delitos; unificar sectores de malandr@s con chongo o corbata y utilizan peatones y -corrijo- al sacerdote y algunos falsos, oportunistas feligreses.

Aprendí a anticiparme a trampas y señuelos. Tras mi segunda queja a desarrollo urbano por utilizar la calle como taller -sólo al paso de mi vehículo, guardo pruebas- retiró los vehículos oficiales de su nidal y volvieron los particulares; se concentraron patrullas policiales, semejando comisaría, ¿junto a alguien sin control? Por mi artículo del domingo, el mismo fin de semana, al regreso de la capital del mundo, tuvimos intermitente compañía de la CES con patrullas 905/910/911/914 de policía vial; vigilancia visible en Satevó, entronque a la autopista, usando intermedio a un particular y al entrar a la ciudad con varios vehículos a un tiempo. Por añeja experiencia, lejos de reflejar seguridad su presencia causa recelo. Seria respuesta a mi publicación de ese día que titulé: “Radiografía de vialidad”.

El lunes 19, ubiqué la RAM blanca -ET-81-815- holograma oficial, control 448301 que, el viernes 16 al medio día, tras reanudar marcha del crucero de 4 altos; estando próximo a la esquina, por derecha, a exceso de velocidad, se detuvo a centímetros de chocarme. Ese lunes empezaron a aparecer frente al frosa vehículos de la fiscalía en doble fila, como la combi blanca -EF-34-740- letrero en círculo “control de detenidos” *A.E.I.* Al acercarme, por delante de esta, uno tras otro, salieron “distraídos”, 2 actores uniformados que cruzaron la calle en diagonal a la pick-up blanca, estacionada enfrente. Adelante, oculta, estaba la combi verde oscuro U-016 de fiscalía. 01:28:00 después, Sin tráfico de frente, sólo disminuí velocidad y subí la 34; como a 20 metros a mi derecha, en pareja, el ojón y otro -parecía perito; enfocaban sus celulares a mi llegada. De agresores a agredidos. De agredido a agresor.

Miércoles 21 08:47:00, tocó turno al sacerdote; en túnica blanca, más visible. Otro distraído. Abrió la puerta del vehículo en la acera simultáneo. Pasé a distancia prudente. Igual actuó el conductor de la U-016. Más arriba el desconocido que abre y cierra la puerta, da a entender que le pasé cerca.

Vehículos oficiales ausentes. Regresaba. Sincronizado, salió pacho del lado contrario y casi corre tras de mí; da a entender que lo provoqué. Esa mierda la diseminan ampliamente. El y quién o quienes lo patrocinan, requieren tratamiento psicológico.

15 o 16 años atrás, de los 18 de relativa convivencia en el sector, empezó la discordia. Terceros le inculcaron al hasta entonces menos maleado proveedor -quiero creer- métodos para interponer barreras infranqueables. Meros intereses oscuros afectados por un trabajo dedicado a la denuncia pública de autoridades incongruentes, gobiernos y círculos de poder, hicieron escalar hasta alta peligrosidad para el más débil y menos culpable. El 12 de marzo de 2015, a las 07:05 am, el pacho conduciendo su pick-up negra, se acercaba por la 32 con vía libre al cruce de Terrazas. Yo, por esta última regresaba en mi bici. Llegué e hice alto en la 32. Él, con celular en mano, por la ventanilla de su poderosa, dirigió su vista al dispositivo que, desde siempre, cargo a diario. Sacó su lengua a la vídeo grabadora y con vía libre volteó a la derecha. Pudo alejarse del lugar, pero intentó borrar su frustración de acorralarme en mi bici en acople con el asterisco maquilero y mi dispositivo lo espantó. Antes, intenté convencerle de actuar como gente madura; que, si tenía queja contra mí, me acusara ante la ley. A lo primero contestó: ¿y tu perro, perrito?; a lo otro me dijo que él tenía su propia Ley. Aún exhibía afuera de su despacho, el poster gigante del fugitivo”.


Recordé: desde 16 años atrás me bloquea el frente de su negocio, por ejercer derecho al libre tránsito. El berrinchudo Jr. que sólo desarrolló su físico; le exigía: ¡Papá, papá! “que ya no pasen por aquí”; él, lo calló. Cuestionó mi señalamiento con un: “y tú, perro, perito” y renovó su amenaza: “si vuelves a pasar por ahí, te voy a chingar”. Demostró que, sin buscar tiene alianza con los señalados entre las peores policías del mundo; especializados en fabricar delitos; unificar sectores de malandr@s con chongo o corbata y utilizan peatones y -corrijo- al sacerdote y algunos falsos, oportunistas feligreses.

Aprendí a anticiparme a trampas y señuelos. Tras mi segunda queja a desarrollo urbano por utilizar la calle como taller -sólo al paso de mi vehículo, guardo pruebas- retiró los vehículos oficiales de su nidal y volvieron los particulares; se concentraron patrullas policiales, semejando comisaría, ¿junto a alguien sin control? Por mi artículo del domingo, el mismo fin de semana, al regreso de la capital del mundo, tuvimos intermitente compañía de la CES con patrullas 905/910/911/914 de policía vial; vigilancia visible en Satevó, entronque a la autopista, usando intermedio a un particular y al entrar a la ciudad con varios vehículos a un tiempo. Por añeja experiencia, lejos de reflejar seguridad su presencia causa recelo. Seria respuesta a mi publicación de ese día que titulé: “Radiografía de vialidad”.

El lunes 19, ubiqué la RAM blanca -ET-81-815- holograma oficial, control 448301 que, el viernes 16 al medio día, tras reanudar marcha del crucero de 4 altos; estando próximo a la esquina, por derecha, a exceso de velocidad, se detuvo a centímetros de chocarme. Ese lunes empezaron a aparecer frente al frosa vehículos de la fiscalía en doble fila, como la combi blanca -EF-34-740- letrero en círculo “control de detenidos” *A.E.I.* Al acercarme, por delante de esta, uno tras otro, salieron “distraídos”, 2 actores uniformados que cruzaron la calle en diagonal a la pick-up blanca, estacionada enfrente. Adelante, oculta, estaba la combi verde oscuro U-016 de fiscalía. 01:28:00 después, Sin tráfico de frente, sólo disminuí velocidad y subí la 34; como a 20 metros a mi derecha, en pareja, el ojón y otro -parecía perito; enfocaban sus celulares a mi llegada. De agresores a agredidos. De agredido a agresor.

Miércoles 21 08:47:00, tocó turno al sacerdote; en túnica blanca, más visible. Otro distraído. Abrió la puerta del vehículo en la acera simultáneo. Pasé a distancia prudente. Igual actuó el conductor de la U-016. Más arriba el desconocido que abre y cierra la puerta, da a entender que le pasé cerca.

Vehículos oficiales ausentes. Regresaba. Sincronizado, salió pacho del lado contrario y casi corre tras de mí; da a entender que lo provoqué. Esa mierda la diseminan ampliamente. El y quién o quienes lo patrocinan, requieren tratamiento psicológico.