/ domingo 31 de mayo de 2020

¡A Dios rogando!

A Dios rogando y con el mazo dando”. La frase distingue religión de superstición. Es propio de algunos cristianos, pensar que, si pides algo a Dios sólo tienes que esperar a que él actúe; que es como máquina de Coca-Cola; funciona con una monedita (igual a orar y obtener frutos) Entre estos cristianos están los Evangélicos y los hermanos separados (protestantes). Otros, los miembros del Opus Dei que, por ignorancia son llamados “fanáticos”; más bien son cristianos consecuentes; piensan que la oración mueve obstáculos insalvables, pero hay que actuar como si no existiese la conexión sobrenatural entre Creador y criatura (poder de la oración). Siglos atrás a un carretero se le rompió una rueda de su carreta en un camino por donde pasaba San Bernardo, a quien el carretero rogó que intercediera ante Dios para que le arreglase el carro. El santo varón le dijo: “Yo rogaré a Dios por ti; mientras tanto, tu coge un mazo y empieza a reparar la rueda rota del carro.


Viernes 22 acudí a surtir mi receta. Presencié lo que sólo había visto en tv; un adulto mayor dio un manazo a una auxiliar en el control del pase a pacientes. Recibió un regaño. El surtido de mi receta fue parcial. El miércoles navegué y suplí mi medicamento faltante. El 18 y 22, en lugar del pipiliciego ahora utilizaron a mujeres indígenas para sus actos a mi llegada. Estas, bajo 36° prefirieron caminar por el sol directas hacia la Eco, que por la acera con sombra; ó a los feligreses con la oración que Francisco les envió para orar contra el covid-19. Desde entonces, calzonudos grandes y chicos, se lucen sin protección a mí paso, dando a entender que con la oración de francisco es suficiente. Lunes 25; me preparé para llevar la Eco a su encierro. Atrás, pardavé, vitola y sus críos preparaban su actuación a mi salida. Ella pegada al celular, él bailando “pasito tun, tun” como el oso grisly a media calle; le acompañaba el mayor; en tanto el pequeño, instruido, bajó con su perrito caminando hasta la Eco. Ambos se escondieron detrás del árbol esperando a que Yo saliera. No lo hice y tras 16 segundos de espera, el niño con su perrito abandonó su escondite y volvió a su casa. En tanto vitola pegada al celular, tal vez llamaba al de la policía vial para que me esperara. 19:25, arranqué la Eco. Tomé Méndez a mi derecha, de inmediato fue visible la torreta de la patrulla. Supusieron que el temor desviaría de mi ruta. No fue así. En cuanto crucé la 30ª el patrullero bajó de la unidad estacionada frente a la caseta de entrada a vehículos del chepe. Cual turista, tomaba fotos a la patrulla y rápido abordo a la patrulla CES vialidad, placas EF-22-503 y se retiró. A las 20:00 regresé a casa.


Sin privacidad en teléfonos e internet. Tarde o temprano el acoso se exhibirá. Locadio escucha con sensores hasta mi respirar. Le auxilia el asterisco encubierto; le refuerzan sus doncellas. Saben a la hora que saldré y a donde iré. Locadio sale en su pick-up y vuelve en otro auto, siempre alto polarizado, a provocar y hacer sentir la vigilancia. No requieren policía; son auxiliares. El mafioso recibe la información. Así prepara sus trampas en varios puntos. El vandalismo del 22 de febrero en el medidor del agua, no es ajeno. Una pacha trabaja en la junta.

A Dios rogando y con el mazo dando”. La frase distingue religión de superstición. Es propio de algunos cristianos, pensar que, si pides algo a Dios sólo tienes que esperar a que él actúe; que es como máquina de Coca-Cola; funciona con una monedita (igual a orar y obtener frutos) Entre estos cristianos están los Evangélicos y los hermanos separados (protestantes). Otros, los miembros del Opus Dei que, por ignorancia son llamados “fanáticos”; más bien son cristianos consecuentes; piensan que la oración mueve obstáculos insalvables, pero hay que actuar como si no existiese la conexión sobrenatural entre Creador y criatura (poder de la oración). Siglos atrás a un carretero se le rompió una rueda de su carreta en un camino por donde pasaba San Bernardo, a quien el carretero rogó que intercediera ante Dios para que le arreglase el carro. El santo varón le dijo: “Yo rogaré a Dios por ti; mientras tanto, tu coge un mazo y empieza a reparar la rueda rota del carro.


Viernes 22 acudí a surtir mi receta. Presencié lo que sólo había visto en tv; un adulto mayor dio un manazo a una auxiliar en el control del pase a pacientes. Recibió un regaño. El surtido de mi receta fue parcial. El miércoles navegué y suplí mi medicamento faltante. El 18 y 22, en lugar del pipiliciego ahora utilizaron a mujeres indígenas para sus actos a mi llegada. Estas, bajo 36° prefirieron caminar por el sol directas hacia la Eco, que por la acera con sombra; ó a los feligreses con la oración que Francisco les envió para orar contra el covid-19. Desde entonces, calzonudos grandes y chicos, se lucen sin protección a mí paso, dando a entender que con la oración de francisco es suficiente. Lunes 25; me preparé para llevar la Eco a su encierro. Atrás, pardavé, vitola y sus críos preparaban su actuación a mi salida. Ella pegada al celular, él bailando “pasito tun, tun” como el oso grisly a media calle; le acompañaba el mayor; en tanto el pequeño, instruido, bajó con su perrito caminando hasta la Eco. Ambos se escondieron detrás del árbol esperando a que Yo saliera. No lo hice y tras 16 segundos de espera, el niño con su perrito abandonó su escondite y volvió a su casa. En tanto vitola pegada al celular, tal vez llamaba al de la policía vial para que me esperara. 19:25, arranqué la Eco. Tomé Méndez a mi derecha, de inmediato fue visible la torreta de la patrulla. Supusieron que el temor desviaría de mi ruta. No fue así. En cuanto crucé la 30ª el patrullero bajó de la unidad estacionada frente a la caseta de entrada a vehículos del chepe. Cual turista, tomaba fotos a la patrulla y rápido abordo a la patrulla CES vialidad, placas EF-22-503 y se retiró. A las 20:00 regresé a casa.


Sin privacidad en teléfonos e internet. Tarde o temprano el acoso se exhibirá. Locadio escucha con sensores hasta mi respirar. Le auxilia el asterisco encubierto; le refuerzan sus doncellas. Saben a la hora que saldré y a donde iré. Locadio sale en su pick-up y vuelve en otro auto, siempre alto polarizado, a provocar y hacer sentir la vigilancia. No requieren policía; son auxiliares. El mafioso recibe la información. Así prepara sus trampas en varios puntos. El vandalismo del 22 de febrero en el medidor del agua, no es ajeno. Una pacha trabaja en la junta.